perez"Sean rebeldes contra la injusticia, el hambre, el maltrato. Hay que cambiar la mentalidad de explotación para mejorar la humanidad. Tengo la esperanza de que esto es posible", les dijo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel a más de 300 estudiantes del secundario de la Unicén que lleva su nombre.
En el encuentro, realizado este martes en el SUM de Ingeniería, los chicos compartieron sus proyectos educativos, sus inquietudes personales, sus experiencias solidarias, y los valores que rigen distintas circunstancias de la vida. De cada tema, medio ambiente, problemáticas sociales, colonialismo cultural, educación, Pérez Esquivel aportó su mirada optimista y superadora, y destacó la fuerza de los jóvenes "para cambiar el mundo".
"Nadie siembra con los puños cerrados", graficó. "Siempre hay un nuevo amanecer, hay que sonreír en los momentos duros. Tienen que luchar, ser rebeldes, rebeldes de alma, es posible cambiar la situación de injustica".
Acompañado por Mabel Pacheco, secretaria académica de la Unicén, y por Fabiana Caruso y Cristina Iglesias, directora y vicedirectora del Colegio, el Premio Nobel subrayó el valor de la "educación como práctica de la libertad, no personal, sino como pueblo con conciencia crítica". Frente al consumo permanente de contenidos culturales extranjeros, instó a trabajar fuertemente "contra el monocultivo de la mente, por la biodiversidad de pensamiento, con más riqueza intelectual en la toma de conciencia".
Cuando le preguntaron cuál era el valor más importante para él, las 450 personas que colmaron el salón escucharon con contundencia y simpleza: "el amor, sin dudas". Y hubo un largo silencio contagioso.

Renace la esperanza

Incansable defensor de los derechos humanos, siempre desde una perspectiva integral, contó su experiencia durante la última dictadura militar, cuando lo secuestraron y estuvo en las fronteras de la muerte. En 1977, detenido por la Policía Federal, Pérez Esquivel pasó varios días encerrado en un tubo, un pequeño calabozo conocido como submarino seco. Entre las inscripciones que había en las paredes, había una escrita con la sangre de algún prisionero anterior: "Dios no mata". Sobreviviente de esa crueldad, nunca más olvidó esa leyenda, que en la hora más oscura le regaló una esperanza.

Ese es el mensaje que les transmitió a los estudiantes, a los docentes, a las familias. "Es una alegría darles señales positivas de la vida. Eso es lo bueno", sintetizó.
Asimismo, no escapó su mirada de los temas actuales. Fue crítico del gobierno en varios puntos, como el pago de sumas siderales de una deuda "injusta e ilegal" sin cuestionamientos sobre su legitimidad. "Hay una deuda interna contra el hambre, la falta de educación, de salud, y esos capitales que se transfieren ahora son contra el pueblo. La deuda que ahora se financia está manchada con la sangre del pueblo, hay que revertir esta situación porque detrás de la economía hay rostros que nos cuestionan e interpelan sobre la pobreza que estamos viviendo en el país, y no se puede aplicar esta justicia descarnada", descargó.
También se ocupó de la cuestión ambiental. Habló de salvar el planeta. "Es uno de los grandes desafíos en este momento, somos parte de la naturaleza, no los dueños, y tenemos que preservar los recursos naturales. El agua no es eterna, se contamina, y esto traerá consecuencias para la vida", dijo. "Es muy alentador que los jóvenes se preocupen por estos temas, que tomen conciencia y la transmitan", agregó.
Preguntado por el rol de los ingenieros en este tema, Pérez Esquivel advirtió que "no hay que confundir desarrollo con explotación, tenemos que restablecer el equilibrio entre la necesidad del ser humano y la madre naturaleza. Se debe tener conciencia del valor de la vida, con una mirada hacia la naturaleza. Hay que escucharla, escuchar el silencio", propuso. "Hay que seguir andando, siempre con la esperanza de un mundo mejor", ratificó.

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