gaby destSer estudiante universitario en una Facultad de Ingeniería despliega, además de una oportunidad sólida de futuro laboral, una serie de experiencias personales y de acercamiento al mundo profesional que son tan importantes como los conocimientos adquiridos durante la carrera. Así lo cree Gabriela Únzaga, que a sólo dos materias de recibirse de Ingeniera Química, realizó una pasantía rentada en Brasil.

A través de una consolidada adhesión de programas nacionales e internacionales de intercambio, Ingeniería promueve la movilidad estudiantil tanto para acercar a sus futuros profesionales al ámbito académico de países desarrollados, como para recibir a estudiantes de cualquier parte del mundo. En esta oportunidad, la estudiante avanzada de la FIO estuvo en el país vecino en el marco del programa IAESTE (International Association for the Exchange of Students for Technical Experience), una asociación cuyo objetivo es aportar entrenamiento técnico a estudiantes universitarios de carreras tecnológicas por medio de pasantías en empresas o institutos del sistema científico tecnológico.

De los 85 destinos donde se desarrolla el programa, Gabriela eligió cinco de su preferencia, entre los que se encontraba Araraquara, una ciudad brasileña de 200 mil habitantes que pertenece al Estado de Sao Pablo. Allí se desempeñó durante tres meses en el laboratorio del Instituto de Química de Araraquara de la Universidad Estadual Paulista, donde se interiorizó en la caracterización de materiales vinculados a la producción de la caña de azúcar. Esta industria, característica de la zona, genera desechos contaminantes y es objeto de la ciencia local avanzar en una solución al respecto.

¿Você fala espanhol?

Únzaga estuvo acompañada por otra argentina oriunda de Campana que llegó a través del mismo programa y era una de las pocas personas, junto con un colombiano que estaba haciendo un doctorado en el mismo Instituto, con quien la estudiante podía hablar en español. Su estadía en Brasil la llevó a perfeccionar su portugués prácticamente a la fuerza, ya que durante los tres meses de pasantía vivió con cinco brasileñas. "Si bien me fui con una base del idioma, la primera semana me quise morir. Cuando llegué no entendía nada, pedía que me hablen en inglés, buscaba a personas de habla hispana", contó.

Los informes sobre su investigación también debió hacerlos en el idioma nacional. "Los términos científicos son bastante parecidos, el problema es la pronunciación porque la fonética es muy distinta", dijo.

Los trabajos que desarrolló en el laboratorio del Instituto de Araraquara se basaron en la producción y caracterización de polímeros supramoleculares derivado de ácido carboxílico y meglubina. "Hacía caracterización de materiales, sintetizaba los compuestos y analizaba su reacción ante cambios de temperatura y ambiente", explicó Únzaga. "Lo que hice fue muy específico porque está apuntada a una industria que se desarrolla en la zona y tiene que ver con la producción de azúcar" agregó. Para cosechar caña de azúcar, indefectiblemente hay que quemarla. Los desechos que se desprenden de la combustión son altamente contaminantes y es por eso que hay una línea de investigaciones científicas que apuntan a encontrar un tratamiento de residuos para disminuir la contaminación ambiental.

Experiencia multicultural

Con la intención de avanzar en el corto camino que le resta para obtener su título de ingeniera química, la estudiante se inscribió en una facultad de una ciudad cercana a Araraquara pero finalmente desistió porque los contenidos no eran equivalentes con la carrera de la FIO y tenía muchos gastos de transporte. Pero la experiencia le sirvió para acercarse al funcionamiento del sistema universitario brasileño, al cual calificó como parecido pero "menos exigente que el nuestro".

"Yo veía a las chicas que vivían conmigo y estaban re tranquilas, no las veía estudiar tanto", señaló, y destacó que los horarios, a diferencia de nuestra ciudad, los acomodan para cursar a la "tardecita, que está bueno porque allá hace mucho calor", dijo Únzaga, que durante su estadía no consiguió tomar mate. "Lo extrañé mucho", sostuvo.
También extrañó la comida argentina, ya que debió acostumbrarse a comer mucho arroz y feijoada, la base de la gastronomía brasileñaa. "Probé todo lo que me ofrecieron", aseguró quien al finalizar la pasantía se quedó unas semanas más para recorrer algunos lugares turísticos del país vecino.

"La cultura brasileña es muy linda. Yo aproveché un montón para conocer lugares que por ahí los locales no aprovechan tanto, como pasa en todos lados. Fui a exposiciones, museos, a escuchar música, a todos lados. Se juntan grupos de gente, arman fiestas y se ponen en seguida a tocar samba, ritmo típico que aprendí a bailar", contó Gabriela.

Sin la oportunidad que le otorgó el programa de movilidad estudiantil tal vez no hubiera podido conocer los lugares más turísticos de Brasil como San Pablo, Río de Janeiro, Santos, Paraty, Isla Grande, Buzios y Brotas, entre otros. La futura ingeniera recorrió estos lugares acompañada por dos argentinas y dos colombianas que conoció durante la pasantía.

"Me pareció una experiencia muy buena. En cuanto a la formación no sólo sirve para cubrir la Práctica Profesional Supervisada que es obligatoria en nuestro programa, sino que además para aprender un idioma nuevo y habilidades que te sirven tanto en lo personal como en lo profesional", reflexionó Únzaga. A su vuelta le contó sobre su experiencia a los ingresantes de la Facultad de Ingeniería quienes seguramente más adelante, en su carrera, podrán vivir una historia similar en primera persona.

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