cides destUna armoniosa síntesis de pulsaciones. Una multitud de golpes en el pecho. Una exploración eléctrica en los dedos. Un universo acústico cautivo en un palo de madera. El stick invita a cerrar los ojos para ver una orquesta, y de a ratos espiar a ese intérprete solitario, rigurosamente artesanal.
Guillermo Cides, nacido en Córdoba pero decidido olavarriense, es el músico argentino pionero en la ejecución del stick, un instrumento mezcla de bajo y guitarra. Tiene una gran proyección internacional y desde hace más de veinte años ha llevado su música a los más diversos países, y compartido escenario con artistas de primer nivel. Este martes estuvo en Olavarría, y la clínica que brindó en la FIO sobre el stick fue una caja de resonancia para los laberintos de la libertad.
Sencillo, amigable, Guillermo prefiere los auditorios pequeños a las ovaciones populares. Sabe de su talento pero no se deslumbra por los honores. Conoce y ha tocado con los mejores, pero no tiembla sin aplausos.
En el Auditorio de Ingeniería, recorrió la breve y cercana historia del stick, detalló sus componentes, las variantes, y las formas básicas de ejecución. Lo resumió como una filosofía musical. El stick logró empujar la frontera instrumental, inauguró nuevos sonidos, se emancipó de sus parientes cercanos, y abrió inéditos caminos polifónicos.

Con varios músicos presentes que quisieron contagiarse de esas destrezas, Guillermo reconoció que ciertas imágenes libertarias influyeron en su carrera. Unos senderos que se fueron abriendo arbitrariamente en el pasto de su escuela secundaria, lo convencieron que hay miles y hasta desordenadas formas de llegar a un objetivo.
Esa es la búsqueda musical que eligió para su vida. Con un instrumento que figura poco pero que crea todo un mundo. El propio creador del stick, un californiano amigo de Guillermo, sigue fabricando el instrumento en su garaje. Esa filosofía que reniega de las abundancias, prefiere acostumbrarse a lo inédito. Al sendero más largo, sinuoso. Al placer de no perderse en la muchedumbre.
El resto, aprender a tocar el stick, que suene lindo, y que tal vez alguien se emocione con las melodías, será un trabajoso regalo del destino.

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