mundoapartewDesenchufarse. Dejar los tubos de ensayo, las probetas, los exámenes y volver a las raíces por un rato. Eso buscaba la docente de la Facultad de Ingeniería, Dra. Claudia Wagner, cuando decidió junto a su marido, adquirir las tierras donde nació su abuelo y se crió su mamá, en Sierras Bayas. Con el tiempo, ese predio, ese “Rincón Soñado” casi naturalmente, se convirtió en un emprendimiento familiar de cabañas y gastronomía con alta relevancia turística en la región, un poco alejado de la ingeniería química y las ciencias exactas en las que Wagner se formó profesionalmente.

“Todo surgió en el año 2003, compramos el lugar como una inversión familiar. El resto de la familia no estaba interesada, y lo compramos con la idea de conservar el lugar para hacer una quinta, también lo invitamos a mi cuñado”, contó Claudia rodeada de carpetas y sustancias químicas en su oficina de la FIO. “Mis antepasados son italianos. Mis bisabuelos vinieron de Italia primero a Cerro Sotuyo y luego a este lugar, Allí le hizo una casa a cada hijo, entre ellos mi abuelo, como una villa italiana. En ese momento, al terreno se lo cedió el ferrocarril, luego mi abuelo lo pudo comprar, y yo se lo compré a sus hijas”, explicó.

Al principio –dijo- no había intenciones de utilizarlo con fines económicos. “Con el tiempo, cuando veíamos que restaurarlo salía mucha plata, que había que pensar en algo más para poder conservarlo y mantenerlo, nació la idea de empezar con las cabañas”, contó. La primera cabaña se alquiló en el año 2008, y el dinero que eso empezó a generar se destinó a la construcción de tres cabañas más.rincons

El lugar tiene mucho de soñado pero poco de rincón. Abunda el verde, la naturaleza, los paisajes y la tranquilidad. A su vez, posee un vagón con locomotora que oficia de restaurante y un edificio símil estación donde está la cocina y se hacen eventos. Eso, hace una década atrás no existía. ¿Eso se complementa eso con la actividad docente-científica? “La formación que uno tiene te ayuda a afrontar situaciones”, respondió la doctora en Ciencias Exactas. “Yo me doy cuenta que no en la formación específicamente, sino que al ingeniero se le acomoda la cabeza en términos de diseñar las cosas, ordenar, programar”, sostuvo, pero a la vez “es un desenchufe. Es otra actividad y te cambia la cabeza. Son actividades independientes que generan que te involucres de manera diferente, descansas una de la otra”, sostuvo.

Respecto a la trascendencia que ha logrado este emprendimiento que define como “bien familiar”, donde su marido, su cuñado y la ex mujer, conforman el resto del equipo. “El turismo en Olavarría es reciente y en el 2008, lo era más todavía”, recordó. “Empezaron a llegar familias que venían a visitar familiares, a cumpleaños, a casamientos. Luego, la gente andaba mucho paseando, y entraban al lugar para ver si había algo para hacer. La gente quería un lugar para ir a pasar el día así que incorporamos lo de la pileta, luego fogones para hacer asado, luego algún lugar para almorzar, y así. Todo surgió por demanda”, aseguró.

De todas maneras, tanta naturaleza no asegura estar libre de estrés. “El primer día que tuve que alquilar la cabaña me dolía la panza, de pensar cómo me iba a ir, si iba a estar todo bien”, contó Claudia, que dedica sus fines de semana a esta actividad. Este es, su “Mundo Aparte”.

“Un mundo aparte”. Claudia Wagner.  

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