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El ingeniero Bruno Menna volvió a bordo del Víctor Angelescu y formó parte del grupo que halló el pesquero hundido.

 

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El buque Rigel perdió contacto el 8 de junio, días atrás se produzco el hallazgo. 
 
4 de julio de 2018

Uno de los investigadores de la Facultad de Ingeniería que meses atrás se capacitaron en equipamiento de acústica submarina a bordo del Buque de Investigación Pesquera “Victor Angelescu”, volvió a cubierta y participó del hallazgo del “Rigel”, el pesquero que era intensamente buscado desde el 8 de junio. Se trata del ingeniero Bruno Menna, integrante del núcleo Intelymec (Investigación tecnológica en Electricidad y Mecatrónica).


Fue precisamente aquella experiencia de capacitación la que sentó las bases de una colaboración científica, y por eso Menna fue invitado a la expedición, que además contribuye a su tesis doctoral sobre sistemas de comunicaciones en posicionamiento submarino. “Era la primera vez que me embarcaba, ya que la última vez habíamos trabajado amarrados en el Puerto de Buenos Aires”, explicó el ingeniero. Además de una tripulación científica, participaron de la experiencia integrantes de Prefectura Naval.
El buque oceanográfico Víctor Angelescu es la embarcación más moderna que tiene la Argentina, y cuenta con la tecnología más avanzada para la investigación pesquera y ambiental. Pertenece al INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero) e incluso participó de la campaña de búsqueda del ARA San Juan. En esta oportunidad, el buque puso sus motores en marcha para hallar al pesquero “Rigel”, que el 5 de junio zarpó de Mar del Plata para realizar la temporada de pesca del langostino y el 8 de junio interrumpió su comunicación con nueve tripulantes a bordo.


“El 19 de junio salimos desde Quequén y a última hora llegamos al área de búsqueda que ya estaba delimitada por ciertos indicios”, contó Menna. Allí se habían encontrado herramientas, elementos de pesca e incluso el cuerpo del capitán del barco, Salvador Taliercio, el único hallado hasta el momento. Las condiciones meteorológicas fueron el factor más determinante en el retraso del hallazgo. “El viaje fue empeorando cada vez más, llegamos a tener olas de seis metros y hasta tuvimos que amarrar en Puerto Madryn a esperar que mejore”, detalló el investigador.


El Rigel está a 220 km de la costa chubutense, a la altura de Rawson, y a 93 metros de profundidad. Para encontrarlo la tripulación se dividió en grupos que rotaban en turnos de cuatro horas. “Comenzamos a barrer la zona a un ancho de 300 metros con uno de los equipos que mejor visualización nos da. Al principio del cuarto turno, ya el miércoles 20 de junio, a través del contacto sonar apareció una imagen. Una de las ventajas es que el fondo es muy liso y lo que hay se discrimina fácil”, sostuvo. Las ondas sonoras emitidas por el sonar se propagan en el agua, cuando detectan un blanco las reflejan y desde la embarcación se recogen los datos.

 

 


“Se lo midió y coincidía con las medidas del buque así que se hicieron diferentes análisis de la información para descartar que no sea parte del fondo. Una vez que se lo reconstruyó, Prefectura pudo con el vehículo de control remoto que tiene el Tango, obtener imágenes y sacar fotos”, explicó el ingeniero electromecánico de la FIO, en referencia al guardacostas SB-15 “Tango”, perteneciente al Servicio de Salvamento, Incendio y Protección Ambiental de Prefectura.


La tarea científica tuvo un sabor agridulce. Por un lado la utilización en campo de tecnología de punta, y por otro la certeza absoluta de una tragedia que se llevó vidas humanas. “Inmediatamente después del hallazgo reinó el silencio por unos minutos”, recordó Menna, quien no descarta volver a embarcarse en otra experiencia. “Hicimos un grupo muy lindo, tuvimos que convivir y la relación fue de absoluta armonía”, contó finalmente el investigador de Ingeniería.

 

 

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