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Mujeres en Ingeniería. Analía Acosta es graduada de la FIO, trabajó más de 30 años en YPF y mantiene la chispa del primer día.

  analia dest

 
• 3 de septiembre de 2018

 

Hay caras que tardan unos minutos en asociarse a un nombre, pero cuando esa relación se hace, el recuerdo llega en una milésima de segundo. Es lógico, cuando pasaron tantos años. Eso le pasó a Analía Acosta, graduada de la FIO que visitó la Facultad de Ingeniería luego de pasar 30 años trabajando para YPF en distintos puntos del país, Latinoamérica y Europa. Ya jubilada de la compañía, dedicada a otras actividades, algunas conectadas con su carrera laboral y otras de puro ocio, recordó su paso por la FIO, cómo llegó a ser la única mujer en tener a su cargo a 200 personas y de qué manera combinó su vida personal con el trabajo en el campo.


“Cuando yo era estudiante, hicimos de todo”, recordó. “El Centro de Estudiantes es producto de lo que hacíamos en aquella época, donde creamos el Club Universitario (CUDO) porque no nos permitían formar un Centro de Estudiantes”, sostuvo en referencia al proceso militar que cruzaba el país en el momento en el que ingresó a la Facultad. “Acá en la biblioteca había un solo libro y nos poníamos de acuerdo los que lo teníamos que retirar porque no lo podíamos comprar”, y contó que con sus compañeros y compañeras del CUDO se turnaban para sacar fotocopias en una máquina prestada. “Parece que hablo de la prehistoria”, rió, y entre mates repasó quiénes participaban de estas experiencias y las cosas que hacían: “Cuando pudimos comprar la primera fotocopiadora fue todo un evento”, agregó.


Analía Acosta ingresó a la Facultad de Ingeniería de la UNICEN alrededor del año 1979 cuando todavía se dictaba la carrera Ingeniería Química Industrial (ahora Ingeniería industrial e Ingeniería química son ofertas diferentes). “Hice todo el secundario con la dictadura y entré a la universidad cuando todo estaba prohibido todavía. Estudie acá porque tenía una orientación en química y yo quería ser bioquímica, pero no me podía ir a estudiar afuera por una cuestión económica”, detalló la ingeniera. “Tuve una crisis a la mitad de la carrera porque pensé que no era para mí, y tuve un momento de estupidez en el que quise irme a estudiar Licenciatura en Química a Bahía Blanca. Por suerte no lo hice y cuando empecé con las materias más específicas me encantó”, confesó.


Una carrera a base de nafta y carácter


Luego de recibirse, con 23 años Acosta quedó seleccionada para hacer un Máster en Petróleo en la UBA, con una beca de YPF y se especializó en downstream, todo el tratamiento posterior a la extracción del crudo, refinamiento, comercialización y distribución. Cuando comenzó su trayectoria profesional en el área de logística de la empresa, YPF tenía más de 48.000 empleados, financiaba escuelas, hospitales y clubes. “Pasé por todas las etapas de la compañía”, remarcó.


La privatización empezó por los ‘90 y la empresa se redujo “despiadadamente. Se fue un montón de gente valiosa y quienes quedábamos pasamos otra vez por una selección”. Paralelamente Analía daba clases en el Instituto del Petróleo de la Facultad de Ingeniería de la UBA y transitaba su embarazo. En este escenario personal y profesional la ingeniera fue seleccionada como jefa de departamento del Área de Control de Calidad, coordinando cerca de 200 personas. “Luego pasé a asistencia técnica al cliente y después a desarrollo de productos”, agregó.

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Tras la compra de Repsol a un gran paquete accionario, Acosta quedó a cargo del mercado en Latinoamérica. Desde ese lugar vio expandir a la empresa y fue protagonista fundamental de ello. Los primeros pasos en biocombustible, sucursales nacionales e internacionales, imagen, nuevos pozos, posibles mercados, la faceta curiosa e innovadora de la graduada de la FIO no conocía límites.


¿Cómo fue moverse en estos puestos claves, como mujer? “Creo que tuve buena suerte con mis primeros jefes, con quienes hasta el día de hoy sigo compartiendo juntadas. Me dieron muchas posibilidades”, expresó, pero tengo en claro que si hay un hombre y una mujer postulando para un cargo, en general eligen al hombre. En aquel momento el 30 por ciento de los trabajadores de la empresa éramos mujeres. Hoy esa cifra no llega al 1%. También en el plano económico había desventaja. “Siempre ganás menos, yo tuve mucha gente a cargo, era la directora y había un gerente dependiendo de mí pero ganaba el 30% más que yo” ejemplificó Acosta.


A causa de su rol activo, Analía debió viajar en muchas oportunidades, por muchos días y a rincones variadísimos del país. Participó de foros, conferencias, congresos por el mundo a la par de su carrera profesional, además de dar clases en la universidad y mantener el contacto en Olavarría con sus compañeras y amigas, con quienes programa viajes todos los años. “Muchas veces me llevé a mi hija Paula conmigo, y otras sumaba a mi marido. En este equilibrio entre el hogar y la profesión yo no puedo decir que tuviera problemas Tal vez por la personalidad o por el carácter. Una vez me quisieron dejar afuera de una reunión que había armado íntegramente yo, en España y me planté, obviamente”, contó.


Ahora, alejada de esa ajetreada actividad, disfruta de la lectura, de viajar cuando quiere y donde quiere. “Eso es apasionante. No recuerdo haberme ido de vacaciones sin el celular, sin que me llamaran o con el mail a full, y eso es impagable”, sostuvo. Actualmente es directora académica de la Universidad de Belgrano, en un posgrado y de un diplomado de energías renovables y biocombustibles, y planea volver a Olavarría, donde el reencuentro con sus eternas amistades siempre le depara buenos momentos.

 

 

 

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