• 24 de noviembre de 2020
“Residuos y recuperadores urbanos en pandemia” es un proyecto surgido de la convocatoria UNICEN “Acciones en la emergencia”, con el objetivo de impulsar actividades que desde la universidad acompañen o asistan a sectores afectados por el contexto del Covid-19.
Bajo la coordinación de la Facultad de Ingeniería, junto a la Facultad de Ciencias Sociales, la Cooperativa Viento en Contra y la agrupación social Corazones de Barro, un grupo de más de 25 integrantes de la comunidad universitaria y las organizaciones mencionadas, buscan a través de la iniciativa trabajar en cuatro ejes: aspectos de seguridad e higiene en las tareas de recolección y clasificación, realizar producciones audiovisuales para la difusión de las actividades, estudiar alternativas tecnológicas de materiales, y crear una red interinstitucional local.
La coordinadora del proyecto Dra. Paula Vitale, contó de qué se trata la iniciativa y señaló en principio que el contacto con las organizaciones data de un trabajo en conjunto que se hizo en el marco de Jóvenes Investigadores de la UNICEN. “Uno de los objetivos de ese proyecto era la generación de materiales energéticos alternativos, puntualmente de elaborar briquetas con materiales de bajo valor comercial, para poder utilizar por ejemplo en estufas a leña y así reemplazar el uso de la madera”, relató la ingeniera química. Una briqueta es un compuesto de material, un aglomerado, y uno de estos materiales a incorporar era el hueso. “Como INCUAPA (Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano) también formaba parte del proyecto, había una revalorización el uso ancestral del hueso como combustible en zonas sin recursos madereros. Hoy en día esos residuos van a parar al relleno sanitario”, sostuvo la docente.
Acciones concretas
Ese proyecto para trabajar sobre nuevos materiales surgió en octubre del 2019, pero a los pocos meses se declaró la pandemia. “Habíamos empezado a hacer testeos de materiales para ver si emiten gases, ver qué materiales se podían usar, si emitían gases tóxicos. Pero con este nuevo escenario nos dimos cuenta que había otros aspectos en los cuales podíamos colaborar con Viento en Contra y Corazones de Barro, fuera del laboratorio, lo estrictamente experimental”, señaló. Si bien uno de los objetivos continúa siendo la búsqueda de una aplicación a materiales residuales que no se insertan en el circuito productivo, hay otras líneas para trabajar junto a sus integrantes y la comunidad universitaria.
Como la Cooperativa Viento en Contra hace recolección, traslado, clasificación de material, prensado, acopio y venta, surgió la posibilidad de desarrollar protocolos de Seguridad e Higiene, para ayudarlos a mejorar la logística, la ergonomía de los carros u ordenar el circuito, entre otros aportes.
También se trabajará en la difusión de las tareas que se hacen. La idea es generar microdocumentales que acompañe el trabajo de las promotoras ambientales, y se difunda el plan piloto de recolección diferencial que se hace en el barrio Pikelado, “donde el objetivo es recorrer el barrio un día donde no pasa el servicio de Transportes Malvinas, a buscar aquellos materiales que pueden reinsertarse en el proceso productivo”, destacó Vitale.
Otra comisión de trabajo está orientada a desplegar una red de contactos con instituciones y empresas locales para conectar oferta con demanda y “que los lugares que generan este tipo de materiales reutilizables para la cooperativa puedan gestionar la recolección sustentable de sus residuos. También integrar a otras instituciones que tal vez generan en menor medida, o pueden ser receptores de papeles, plástico, etc. La idea en futuro es que se establezca una red sólida”, contó la docente de las cátedras de Química Analítica y Química Ambiental de la FIO.
Por último, se apuntará a las alternativas tecnológicas de uso de materiales. “Esto tiene que ver con una continuidad del proyecto de Jóvenes Investigadores ampliando no solo a briquetas, sino a materiales de construcción”, dijo, y añadió: “La idea no es buscar nuevas tecnologías, pero si hacer desarrollos locales de tecnologías que ya se utilizan en otros lugares, para incorporar materiales que hoy no tienen salida comercial. Pensando en aquellos materiales poco rentables, de bajo valor en el mercado, que terminan acopiados o en riesgo de ir al relleno sanitario”.
Finalmente, la Dra. Paula Vitale destacó el intercambio de conocimientos que se da. “La cooperativa tiene un gran conocimiento de la calidad real de los materiales que clasifican, las posibles aplicaciones, conocen bien los plásticos, qué mezclas son compatibles, ese tipo de cosas para nosotros ha sido un gran insumo. Por su parte, Corazones de Barro tiene un gran conocimiento en materiales de bio construcción”, y añadió: “Nos parece importante darle una mirada nueva a lo que hacemos habitualmente, armando grupos interdisciplinarios, se enriquece muchísimo el trabajo ya que hay docentes y estudiantes de todas las ingenierías”, concluyó.
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