sismos destUn nuevo gran terremoto en Chile cuyos efectos llegaron hasta el centro bonaerense, vuelven a poner la atención en la seguridad de los edificios, que incluyen impactos sociales y económicos, así como la necesidad de seguir en la búsqueda de nuevas respuestas técnicas para aliviar los cimbronazos de la naturaleza.
Hace una semana, un poderoso sismo con epicentro en la región de Coquimbo sacudió al país trasandino, y desde entonces hubo más de 500 réplicas de diversa intensidad. Esos temblores también se sintieron en edificios de Olavarría, que en varios casos motivó la evacuación temporal de los vecinos.
El temor auténtico es que todo se derrumbe. Allí es donde la ingeniería se preocupa técnicamente para evitar tragedias, y en el caso de que la fuerza de los fenómenos sea extrema y devastadora, hacer que esa catástrofe sea mínima.
La ingeniera civil María Peralta, vicedecana de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, admitió que estos terremotos sirven, en el ámbito científico, para avanzar en el conocimiento sobre la dinámica estructural, ajustar los conceptos de diseño, y mejorar la capacidad de respuesta de los materiales.
Si bien Olavarría está en la Zona Sísmica Cero, de reducida peligrosidad sísmica, de acuerdo al reglamento vigente del Instituto Nacional de Previsión Sísmica (INPRES) y del Centro de Investigación de los Reglamentos Nacionales de Seguridad para las Obras Civiles (CIRSOC), hay registros de sus efectos que obligan a estar atentos y a evaluar posibles cambios en la propia reglamentación.
Los ingenieros civiles están capacitados para construir estructuras resistentes a distintas acciones dinámicas, entre ellas las derivadas de los sismos. Peralta resaltó que "se ha avanzado mucho en las construcciones, en las estructuras. Se aprende de cada sismo, los estudiamos para mejorar las diseños, para estar preparados y hacer que las consecuencias sobre las estructuras sea la mínima posible".
Segú la vicedecana, "hoy han evolucionado mucho los métodos de cálculos, hay nuevas tecnologías para hacer ensayos en laboratorio, simulaciones computacionales, que permiten diseñar estructuras más seguras", agregó. Desde el diseño, es posible predecir una rotura, orientarla, localizarla de antemano para que, en el peor de los casos, la estructura no se derrumbe y así evitar la pérdida de vidas humanas.

Al compás

sismos2Cuando la corteza terrestre se sacude, libera energía en forma de ondas que se expanden por el suelo, y de acuerdo a la magnitud de esas fricciones los temblores pueden ser percibidos a miles de kilómetros del epicentro del sismo.
Olavarría percibió esa energía, sobre todo en torres de edificios. No fue en todos, y donde ocurrió no se advirtió con la misma intensidad. Es que cada edificio fue diseñado y construido en distintas épocas, con las técnicas de cada momento.
"Hemos pasado de un diseño muy rígido, donde la estructura se quedaba quieta y debía soportar las acciones dinámicas, como el viento o un sismo, sin grandes deformaciones a un diseño de estructuras con capacidad para liberar la energía recibida por las bases de las estructuras a través de deformaciones", planteó Peralta. "Es decir, hoy en día trabajamos con diseños de estructuras más flexibles, de manera que si se mueve la base (dentro de ciertos parámetros) la estructura pueda acompañar ese movimiento deformándose, pero sin quebrarse. Se pueden producir daños en mampostería o revestimientos, pero no daños en la estructura, con lo cual el edificio permanece en pie", reveló la vicedecana. "En Chile, zona de alto riesgo sísmico, se pudo ver en este último terremoto que el comportamiento de edificios contiguos fue diferente, y eso es seguramente porque son diferentes las épocas de diseño y construcción", graficó.

Zona de confort

La ingeniera sostuvo que las reglamentaciones para el diseño de edificios en nuestra zonificación sísmica contempla incluso el confort de las personas que habitan las estructuras. "Cuandosismos en estos fenómenos alguien está en su departamento y siente que tiembla, que se mueven las lámparas, por supuesto que se apodera de la gente la posibilidad de que suceda algo mayor. Sin embargo, la evolución técnica permite pensar que, en esta zona, el impacto de los efectos sísmicos en la vida de la gente es sobre esa zona de confort, antes que la posibilidad real de que se derrumbe el edificio que habita".
Aun así, Peralta admitió que los especialistas están atentos también al mapa de sismicidad, monitoreando fenómenos y sus consecuencias, para distinguir si realmente estamos en una zona cero, o podrían contemplarse cambios que obligarían a tomar otros recaudos en los diseños. Todo, en un eventual escenario donde la prioridad es preservar la vida de las personas.

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