filip dest“¿¿Interdisciplique?? Me acuerdo como si fuese hoy. Esa fue la reacción que tuve cuando, por primera vez, les dije a mis alumnos cuál era, para mí, la capacidad más valiosa de los Ingenieros Industriales, y que a ello nos íbamos a enfocar durante todo el curso”.
Federico Filip es Ingeniero Industrial, egresado de la UBA en 2004, y ha continuado su formación en Bologna, Italia. Se desempeña como docente de la FIO y profesional independiente, en roles de consultor, emprendedor y disertante. Es, por sobre todo, propietario de una mirada que amplía el espectro de su profesión; la aplica y la defiende a cada paso.
“Afortunadamente, en los últimos años, cuando mencionamos la palabra interdisciplinario, ya son otras las caras que uno encuentra. Sin embargo, creo que aún queda mucho por hacer al respecto”, sostiene Filip.
Son muchas las voces que destacan la flexibilidad intelectual del ser humano como una fabulosa capacidad. Si bien esta característica es de aplicación a todas las profesiones, y a la ingeniería en particular, la especialidad Ingeniería Industrial parece estar a la vanguardia en el sostén del concepto.
Según Federico Filip, “al ingeniero industrial se lo prepara para gozar de diversos atributos técnicos y aprovecharlos. Pero, ¿qué pasa cuando salimos de las cuestiones que tienen que ver con la fría tecnología, con las fórmulas y números, los diagramas impresos y las planillas de Excel? ¿Qué sucede cuando la tarea consiste en interactuar con otros seres humanos, cuando hay que generar nuevas ideas originales sin tener a mano ninguna receta mágica, cuando hay que salir a vender y venderse, o cuando hay que lograr que un equipo de trabajo haga las cosas que uno tiene intención que haga?”. Interrumpe su entusiasmo discursivo para bromear: “Y atentos, porque cualquier relación con la realidad no es pura coincidencia”.
Con frecuencia, la inclusión de estas competencias interdisciplinarias en los Planes de Estudio no resulta sencilla. Dicho de otro modo, no es fácil enseñar a ser adaptable. El Ingeniero Filip reflexiona que “considero haber sido formado por la facultad y deformado por la relación con otros mundos. El mundo del arte, de la fotografía, de la literatura, de la música, de los viajes, por citar solo algunos. Una deformación sana, rica en matices que lejos de desingenierizar al profesional, lo potencian humana y creativamente. Lo convierten en un recurso más hábil y más útil para la sociedad”.filip
Las sociedades demandan de sus profesionales respuestas cada vez más exigentes. Esto abarca no solo a la docencia, sino también al desempeño particular. Filip agrega: “la flexibilidad profesional me ha permitido incursionar en diversas actividades. Desde brindar consultorías a grandes organizaciones como el Banco Mundial, hasta ejecutar proyectos sociales para chicos de escasos recursos. ¡Recursos económicos!”, aclara. “O también abrir un local temático orientado exclusivamente al dulce de leche. Algunos proyectos parecen no estar dentro de las incumbencias clásicas incluidas en los Planes de Estudio. Sin embargo, he logrado defender la ´ingenierización´ de esos raros proyectos nuevos y demostrar que allí también subyace la Ingeniería Industrial”.

La ingeniería como estilo de vida

Federico relata su experiencia respecto de la aplicación de muchísimos conceptos de la Ingeniería, en ámbitos cotidianos o en emprendimientos aparentemente descentrados de lo técnico. Desde su punto de vista, solo agregando una pizca de fascinación por la disciplina, temáticas orientadas a la organización de la producción, a la evaluación de proyectos o al planeamiento estratégico pueden aplicarse “para gestionar un simple kiosco de barrio o para organizar óptimamente un asado entre amigos”. Por supuesto, eso se vuelve imprescindible para armar una línea de producción de una industria automotriz o la gestión de la cadena de valor de una empresa petrolera.
“En lo personal, para desarrollar mis emprendimientos, siempre me he esforzado por articular al máximo entre mi formación ingenieril y la no ingenieril. El caso puntual de El mundo del Dulce de Leche (N. de R.: un emprendimiento personal del Ing. Filip), probablemente no existiría sin el aporte de la Facultad, pero seguramente sería otro el resultado sin el aditivo mágico oriundo de los otros mundos”.
Convidado a ampliar el concepto, Filip agrega que “la Ingeniería puede encontrarse en las actividades que respectan a la gestión del día a día de la empresa hasta el diseño de los productos o el desarrollo de la red de proveedores. Desde el trabajo de puesta en marcha como pequeño emprendimiento hasta la formulación y ejecución del plan de expansión nacional e internacional como franquicia. Herramientas bien clásicas provenientes de la estadística, la organización industrial o la microeconomía han logrado entremezclarse con conceptos más modernos como la gestión de la creatividad, el lean startup, el storytelling, el designthinking, el neuromarketing o la gamificación para hacer de este proyecto una realidad tangible, rentable y escalable. Ese mix hubiese sido imposible de lograr solo con herramientas técnicas, sin competencias interdisciplinarias”.
Filip encarna la generación de Ingenieros no prototípicos, vinculado con disciplinas generalmente no asociadas a su especialidad (“por supuesto, a mi abuelita para su tranquilidad, le sigo diciendo que me dedico a hacer edificios...”, bromea). Afirma, en este sentido, que “es importante fomentar en los Ingenieros Industriales el desarrollo de habilidades que lo hagan más competente, más versátil. Habilidades de comunicación, para hacer llegar a destino el mensaje de sus profundos análisis y propuestas; de sensibilidad, para poder empatizar correctamente con el entorno que lo rodea; de poder de observación, para detectar y desarrollar rápidamente necesidades y oportunidades; de audacia, para no temer a esa brecha que separa la idea del resultado”.
Consultado respecto de las metodologías formativas para arribar a esos resultados, expresa: “Puede hacerse en el aula o fuera de ésta. No hay restricciones salvo la propia autolimitación. Toda actividad que estimule el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro contribuirá al objetivo que aquí ponemos sobre la mesa. Asistir frecuentemente al teatro, realizar un taller de narración, tocar un instrumento, pintar, cantar, bailar, fotografiar son solo algunas de las miles de posibilidades. Lo importante es lograr que los que incursionen en ellas lo hagan desde el corazón. La pasen bien. Solo así llegará a ser algo sostenible”.
Finalmente, el Ingeniero Federico Filip deja un consejo, que a su vez recibió cuando promediaba su carrera, de parte de una persona invitada a dar una charla en una materia: “a quienes aún no lo hagan, les sugiero que busquen urgente una actividad que les ayude a desarrollar el hemisferio derecho del cerebro, y si en la facultad no lo encuentran, búsquenlo afuera. Con el tiempo se darán cuenta que habrá sido mucho más que un pasatiempo agradable”.

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