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gelmi dest“Yo empecé a hacer docencia antes de recibirme, ad honorem. Me recibí en el ’83 de Ingeniera en Construcciones, y tres años después me gradué de Ingeniera Civil”. Mónica Gelmi toma varios sorbos de agua mientras evoca. En ese momento, la Facultad de Ingeniería casi no tenía docentes locales. “Algún Jefe de Trabajos Prácticos o algún Ayudante, nada más. El resto eran todos ‘docentes viajeros’, que venían sobre todo de Bahía Blanca o de La Plata”.
Gelmi formó parte de la generación que empezó a revertir esa tendencia. Hoy resultaría impensable una carrera atendida por profesores con Dedicación Simple, que viajen cada quince días. Pero en los ’80, esa era la realidad. “Fui Ayudante varios años, después pasé a Jefe de Trabajos Prácticos del Ingeniero Isidro Ruz, en Puertos y Vías Navegables, hasta que se fue. Y entonces pasé a ser Profesora Adjunta, con la materia a cargo. Me ocurrió algo similar con Obras Hidráulicas, una materia en la que estaba el Ingeniero Juan C. Scheffer. La asignatura surgió de la unión de las asignaturas Máquinas Hidráulicas y Usinas Hidroeléctricas, por un lado; e Hidráulica Aplicada, por otro. De la primera rama surgieron los Ingenieros Alejandra Vornetti y Héctor Comparatto, y de Hidráulica Aplicada quedé yo. Pude hacer el posgrado en Ingeniería Portuaria, en la UBA, con ayuda de la Facultad. Sí, fue una transición linda...”.

Hacerse grandes

La movida respondía a una estrategia de relevamiento de recursos foráneos planteada en la FIO. “Teníamos conciencia de eso”, asegura Mónica, “sabíamos que era una instancia que iba a pasar antes o después. No fue abrupto, de hecho hemos mantenido el contacto con esos docentes, hicimos visitas a obras que ellos manejaban; posteriormente comenzamos a gestionar las visitas nosotros, fuimos a cursos de perfeccionamiento y actualización; no dejamos perder esa riqueza. La Facultad además siempre nos apoyó para mejorar, con la Ingeniera Vornetti hicimos la Maestría en Ingeniería de los Recursos Hídricos en la UNL, todo eso nos dio no solo conocimientos sino amplitud de criterios para aplicarlo en investigación o en servicios”.
En esos momentos de cambio, era trascendente conseguir que los flamantes graduados de la casa fueran ocupando los lugares que empezaban a quedar vacíos. Hoy, con un plantel propio, la FIO renueva los desafíos respecto de sus docentes. Para Gelmi, “hay que formar recursos, por lo menos en la asignatura Vías de Comunicación II, en especial en el módulo de Puertos y Vías Navegables. Está complicado, a partir de este año tengo un Ayudante, pero no está fácil. No hay tanta voluntad de parte de las camadas jóvenes para sumarse a la docencia, pero sobre todo es una cuestión de recursos económicos. A veces conseguimos el cargo, pero a ese personal hay que perfeccionarlo. Uno le puede brindar todo lo que ha estudiado, no tanto en mi caso la experiencia en obra ya que yo la adquirí a partir de los Ingenieros que me formaron. Pero es bueno que vayan a cursos y crezcan, y eso cuesta dinero”.

Posición simple

En su condición de Profesora con dedicación Exclusiva, Mónica Gelmi toma partido respecto de la presencia de los profesores con dedicación Simple en la Carrera. “Es bueno que existan Docentes Simples, porque traen la experiencia que no tenemos los Exclusivos. En la asignatura a la que pertenezco, ese aporte lo hace el Ingeniero Comparatto, que está en obra y eso nos ayuda. En Puertos y Vías Navegables ese recurso no está, entonces hay que hacer visitas a obras o nutrirte de charlas, conferencias, etc.”.
Con más de treinta años de ejercicio docente, no parece fácil sostener la motivación. Sin embargo, Mónica mantiene intacta su energía. “La obra no es lo que más me tira, pero la investigación sí, sobre todo la aplicada. Hace más de 20 años que vengo desarrollándola en el grupo Análisis de Sistemas Hidrológicos, que dirige Rafael S. Seoane. Cuando hacemos un trabajo sobre casos de la zona, usamos lo que hemos estudiado. Ahí hay mucho por hacer”.

Movilidad docente
Se vuelve a apoyar en los sorbos de agua antes responder sobre el significado de la Facultad para su vida. “Es un poco más que el lugar de trabajo. No te digo que estoy desde el inicio, pero casi. Acá me he sentido... cómoda en mi lugar de trabajo y también valoro el grupo humano con el cual comparto varios horas del día”. Residente de Sierras Bayas, ha naturalizado la movilidad desde la localidad hasta el trabajo. “Primero en ómnibus, después pasé a auto. Y como ahora no puedo manejar recurro a un remis compartido, por las dificultades que tengo”.
Es una respuesta que se entromete en otros campos de su rol docente. Y la misma Mónica extiende esos alcances. “Me llevo bastante bien con mis problemas físicos. Me costó bastante dar las clases este primer cuatrimestre, pero tuve la colaboración de los alumnos, sobre todo de ellos; y también de mis compañeros de trabajo. Se me complica escribir en el pizarrón, pero yo tengo las clases preparadas en Power Point, y aunque me muevo, puedo hablar. Pero los alumnos de los dos cursos han colaborado. Y la llegada de Marina García, como Ayudante, también fue importante porque tuve su apoyo en las últimas clases. Eso me tranquilizó, veo que se está preparando. Una vez que ella se interiorice más en los temas veremos que se puede mejorar o agregar”, se entusiasma. “Quiero estar abierta a una opinión nueva, distinta, no encasillarme”.

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