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arce destMarcelo Arce lleva más de veinte años en la FIO. De ese tiempo, ha destinado prácticamente la mitad al Área de Inserción Laboral de la FIO. Un sector que está indisolublemente ligado a la expectativa que genera en los estudiantes el acceso al mundo del trabajo.
La Secretaría de Extensión, Vinculación y Transferencia (SEVYT) de la FIO, abarca disciplinas bien diversas. En ese contexto, se ocupa de atender lo que años atrás era un deseo pero hoy resulta una exigencia académica para los estudiantes de Ingeniería: la práctica profesional.
“Con el tiempo, esto se ha ido convirtiendo en un Programa, a través del que intentamos vincular a los chicos con las empresas u organizaciones”, sostiene Arce.
En su currícula, los alumnos deben cumplir 200 horas de Práctica Profesional Supervisada (PPS), y a su vez necesitan presentar su Trabajo Final de Carrera. Esto plantea dos requerimientos que confluyen con frecuencia en el Área de Inserción Laboral. “Los chicos erróneamente lo llaman ‘pasantía’, en realidad se trata de la Práctica que queda enmarcada en un Contrato, y resulta ser el vínculo formal entre la empresa y la Universidad”, aclara Marcelo.

Pesos más, pesos menos

La Práctica, regularmente, no es remunerada, aun cuando se regula por normativas estrictas. La Pasantía, en cambio, significa una contraprestación dineraria para el alumno. Y eso ocurre cuando la empresa es la que propone esa estructura. “Es frecuente que las empresas vengan a buscar un estudiante, y en ese caso es normal que haya una paga asociada a la búsqueda. Pero cuando es al revés, y el estudiante es el que sale a golpear puertas para ubicarse y poder desarrollar su exigencia curricular, resulta común que sea sin percibir dinero a cambio. En ese caso el nombre técnico es ‘Residencia’, que también está normado y tiene bien claros sus formatos”, explica el Nodocente.
Todas esas actividades cuentan con la supervisión de la Facultad, a través de sus cuerpos docentes y estructuras administrativas.
Más allá de esos formatos que atienden en principio a la exigencia académica del estudiante, la dependencia ha terminado convirtiéndose en la puerta de salida al mercado laboral. Una especie de Bolsa de Trabajos con características singulares. La Beca con contraprestación de servicios aparece como una derivación de lo anterior, y es otra instancia para vincular el mundo de la academia con el mundo del trabajo. Y finalmente, aparece el Contrato efectivo, lo que significa el ingreso pleno del estudiante a la plantilla de la empresa.

Los nervios del debut

“Para la mayoría de los chicos, estos canales representan su primera vinculación con el trabajo formal”, sostiene Marcelo Arce. “La situación del país influye mucho, y en este sentido hay vaivenes. El último cambio de gobierno se notó, las empresas pararon su actividad y ahora se está reactivando. Eso impacta en la posibilidad de que nuestros estudiantes se ubiquen laboralmente, por supuesto. Por suerte siempre se le va encontrando la vuelta, yo digo que al estudiante que le falta rendir algunas materias para recibirse, es un graduado sin título; es decir que tiene un potencial enorme. Eso es un producto muy atractivo para las empresas, que vienen a buscar recursos de muy alta riqueza, y lo cierto es que acceden a eso con bajo costo”.
“Los chicos en general quieren trabajar en las grandes empresas, pero yo les digo que también las empresas medianas y pequeñas les ofrecen muy buenas posibilidades de desarrollo. Y resulta muy grato ir viendo esos procesos, para mí es un orgullo que los estudiantes me vayan contando su evolución. Hay un montón de casos que arrancan con una Residencia y al tiempo los ves ocupando puestos más importantes. Y a las empresas chicas les sirve, porque también tienen una evolución, pasan de ser compañías no profesionalizadas a contar con un ingeniero, y eso es un salto grande para ellas”.

Encontrarle la vuelta

Convidado a las anécdotas, Marcelo se enfrenta al desafío de escoger alguna de entre las decenas que llenan su historial. “Me acuerdo de un estudiante que no podía conseguir trabajo. Estuvo como un año yendo a entrevistas pero le iba mal, no lo convocaban. Un día, me llaman de una empresa y me piden, a diferencia de lo que ocurre siempre, ‘un alumno que no sea de promedio 10’. Lo necesitaban para cargar unos datos en Excel, así que me acordé de este chico y lo mandé. Cumplió su misión, pero cuando lo vieron trabajar les gustó, le hicieron un contrato de Pasantía, después lo tomaron efectivo, porque trabajando era excelente. Ese acompañamiento que les damos es imperdible, le da sentido a nuestro trabajo”.

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