Archivo de Noticias
Día de la Energía Atómica

 CARLOS LECOT 2

• 31 de mayo de 2023
• Tiempo de lectura: 5´30"
 
Carlos Lecot se graduó en el Balseiro y asegura que los dos años que cursó en la Facultad de Ingeniería de Olavarría fueron claves. Lleva casi cuatro décadas en INVAP, una de las empresas estatales más prestigiosa de Sudamérica. Ha participado en proyectos vinculados con Irán, Egipto, Australia y Embalse o en misiones de la Organización Internacional de Energía Atómica (Malasia). Hoy es parte del RA-10, un reactor multipropósito que se construye en el Centro Atómico Ezeiza.

 

“Ni loco estudiaba medicina”, dice Carlos Lecot y el solo hecho de recordarlo le causa gracia. No es para menos: lejos de cualquier mandato familiar, en 1980 optó por la Facultad de Ingeniería de Olavarría sin imaginar que a los dos años un golpe de dados lo ubicaría en el Instituto Balseiro con una beca para graduarse como ingeniero nuclear.


Lleva casi cuatro décadas rodeado de satélites, radares y reactores en INVAP, la empresa estatal que desarrolla tecnologías de avanzada para la industria nuclear, espacial, de defensa, en comunicaciones, energía, seguridad y salud. Es la más prestigiosa de Sudamérica en su campo y la única compañía latinoamericana que la NASA califica para misiones satelitales completas. Ahí mismo trabaja este olavarriense que encontró en la FIO las herramientas necesarias para emprender ese camino que desde la década del '80 lo ancló en Bariloche y hace 10 años lo encuentra en Córdoba.


Una historia inspiradora que decidimos compartir este 31 de mayo, en el Día de la Energía Atómica, a 71 años de la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Una experiencia intransferible como la que más tarde tuvieron otros graduados de la FIO o como la que se propone transitar la estudiante Micaela Coronel en el marco del Programa Mujeres Moviendo el Mundo (MMM) de la Fundación INVAP.

 

La FIO fue clave

 

El Instituto Balseiro fue, sin dudas, un imán impensado. Venía de una familia de médicos pero el estetoscopio no era lo suyo. Tampoco las ingenierías que tenía más a mano pero irse a estudiar no era posible. Por eso, se anotó en Ingeniería en Construcciones y cuando estaba por empezar tercer año le llega un panfleto con la promoción de becas para ingresar a la prestigiosa “fábrica” de físicos e ingenieros nucleares. Se presentó y quedó seleccionado entre 30 aspirantes sobre un total de 200. Por entonces, era la única ingeniería nuclear del país y Carlos Lecot tenía reservado un lugar entre los 429 ingenieros graduados que la institución cosechó en 68 años.

 

“Era muy nueva va la carrera. Sonaba lindo, era Bariloche y la FIO me había dado los elementos para poder aprobar el examen. Para ingresar se necesitaban 2 o 3 años de carreras afines con álgebra, matemática, cálculo numérico y física”, destaca el profesional, desestimando el mito de que el Balseiro es solo para genios.

 

CARLOS LECOT 1 crop copy

 

“Es un examen que puede rendir cualquiera que tenga ganas y le guste”, afirma y lo grafica con su propia hija, hoy licenciada en Relaciones Internacionales, que siendo estudiante llegó unas vacaciones a Bariloche con “una pila de libros de medio metro de alto para leer en 15 días y los leyó. Yo no hubiera podido. Por eso te tiene que gustar, tenés que sentirte cómodo y que la cosa fluya. Si pretendés hacer de eso una obligación, no vas a poder”, advierte.

 

Aun así reconoce que desembarcar con un promedio muy alto desde la FIO fue una ayuda determinante. Eso sí, tuvo que reversionar su método de estudio y “leer, interpretar. No había tiempo para hacer mil ejercicios y dedicarle 15 días. Era un proceso permanente”, observa a la distancia.

 


INVAP, su lugar en el mundo

 


El gran desafío hoy pasa por demostrar que “la energía nuclear es una energía limpia, competitiva, que requiere de una gran inversión inicial pero que permite hacer, por ejemplo, un reactor para producir electricidad durante 80 años”, explica el Ingeniero Carlos Lecot, con el entusiasmo intacto.


Ahora, ¿cómo es que esta energía que goza de tan “mala prensa” y que inevitablemente se asocia a tragedias como las de Fukushima o Chernóbil se convirtió en un modo de vida desde que en 1986 se recibió de ingeniero nuclear? Investigar no estaba en sus planes y en aquel florecer democrático la decisión pasaba por irse o no del país porque el título del Balseiro “era tan bueno y equivalente a una maestría que íbamos directamente a un doctorado”. Sin embargo, Ezeiza tampoco estaba en sus planes y justo su trabajo final había sido sobre algo tan específico como “el cálculo de núcleo” y eso se transformó en el pasaporte de ingreso a INVAP.

 

“Empecé en el diseño de núcleo y ahí estuve 27 años”, cuenta Lecot, que reivindica el trabajo en equipo y bajo esa premisa ha participado en algunos de los cientos de proyectos que la empresa ha planteado en Argentina y otros países de los cinco continentes.

 

“Un reactor nuclear es una fuente de calor. Atucha I y II o Embalse en lugar de tener usina que genera calor quemando gasoil lo hace produciendo fisiones en el uranio. Hay una tendencia hacia la nucleoelectricidad”, puntualiza el ingeniero Carlos Lecot.

 


La mosca blanca

 

Uno de los proyectos más ambiciosos que hoy promueve INVAP es el RA-10, en el Centro Atómico Ezeiza, que consta del diseño y construcción de un reactor nuclear multipropósito para autoabastecimiento de radioisótopos de uso médico capaz de atender buena parte de la demanda de América latina.

 

La CNEA e INVAP avanzan en forma conjunta en esa misión que pondrá a la Argentina al tope de los desarrollos de este tipo de reactores. El antecedente más inmediato es el Proyecto OPAL, un moderno reactor que INVAP construyó para Australia en 2007, consolidándose como referente mundial en tecnología nuclear.

 

“También hemos vendido reactores de este tipo a Argelia, Egipto y está el proyecto Pallas en Países Bajos. El de Ezeiza será nuestro reactor bandera porque es lo que podremos mostrar en el mundo”, ejemplifica Lecot.

 

CARLOS LECOT 3 crop

 

Son avances que prestigian y cotizan como negocio aun cuando “un contrato llave en mano puede tardar 10 años desde que se inicia la conversación hasta que se entrega. El RA-10 no es llave en mano, Países Bajos tampoco; sí Argelia, Egipto y Australia”. Lo positivo es que “la energía nuclear en Argentina ha sido una mosca blanca. Nunca los cambios de gobierno impactaron”, rescata el Ingeniero Lecot tras reconocer que es una industria madura, muy conservadora, que progresivamente apuesta al diseño de reactores pequeños.

 


Con base académica local

 
Carlos Lecot formó su familia en Bariloche junto a Mariana. Tuvieron tres hijos que también se corrieron de los mandatos y optaron por las relaciones internacionales, la música y la tecnología. Hace 10 años ambos se instalaron en Córdoba, cuando le propusieron hacerse cargo de los contratos de extensión de vida de la Central Nuclear Embalse, un reactor pensado para 30 años pero con posibilidad de hacer un rediseño que le permita “operar por otros 30 años”. Por su rendimiento, el Sistema de Información de Centrales Nucleares del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) llegó a ubicarlo dentro de las 10 primeras centrales nucleares del mundo. Suministra energía para alrededor de cuatro millones de personas y Carlos Lecot trabajó para duplicar su existencia.


La verdad es que “no me puedo quejar. En la FIO tuve la educación que tenía que recibir para pegar el salto”, asegura este ingeniero nuclear que dos veces al año sale al reencuentro de la familia y los amigos en Olavarría.

 

Sigue convencido de que su mejor “receta” era la ingeniería y con el tiempo aprendió a confiar “más en mi análisis, en mi razonamiento que en mi memoria”. Y es para creerle: lleva un par de días buscando fotos que no aparecen y a la pasada “redescubre” imágenes de misiones en Malasia. “No soy el mejor para estas cosas”, plantea con resignación después de haber dado cátedras en el Balseiro y a punto de salir para Ezeiza, a aportar su granito de arena en el RA10.

 

facefio
twfio
youtubefio
instagramfio