Junto a otras organizaciones locales que abordan la temática.
• 15 de diciembre de 2020
A través de un ambicioso proyecto que nuclea química, medicina, antropología y saberes populares que desde hace milenios se transmiten de generación en generación, se instalará un cultivo de cannabis con fines experimentales en las instalaciones de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN.
Ante el escenario actual, donde las personas que consumen aceites o derivados cannábicos con fines medicinales y terapéuticos se exponen a productos no estandarizados, se buscará analizar y generar protocolos de cultivo, extracción y manipulación, con la lupa puesta sobre cada paso del proceso.
El proyecto será dirigido por el docente de la FIO, Dr. Gastón Barreto, y codirigido por el antropólogo, Dr. Marcelo Sarlingo, investigador de la Facultad de Ciencias Sociales. Fue aprobado días atrás en el marco de una convocatoria de la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología de la UNICEN, y se pondrá en marcha a partir de febrero. Además de las unidades académicas mencionadas, integran la iniciativa referentes de la clínica María Auxiliadora y la organización Cannabis Activa Olavarría.
“Me genera un montón de expectativa por la forma de trabajo que se plantea. Para mí es distinto a lo que reconozco y a lo que sucede”, expresó Barreto, que años atrás se interesó por la temática y hoy forma parte del Consejo Consultivo Honorario creado por la ley 27.350 que regula la investigación a nivel nacional. “Trabajar con la asesoría de cultivo de Cannabis Activa me resulta genial, también para ver cómo se valoriza lo que venimos diciendo muchos, que es formalizar de alguna manera a los que realmente saben de cannabis, en este caso, la agrupación local”, señaló.
En tanto, Barreto no descartó que este sea el primer paso de un camino que se bifurque, por qué no, hacia la producción local: “todo esto atado y conectado con la mesa local interdisciplinaria impulsada por el Concejo Deliberante, ya que hay interés del Laboratorio de Producción Publica de Medicamentos instalado en el Hospital Municipal, en poder avanzar. La información que se genere con relación a la producción de material vegetal estandarizado puede dar forma a algo más”, se mostró optimista. En este aspecto el químico resaltó el seguimiento médico que desde María Auxiliadora se hace a usuarias y usuarios de estos derivados desde hace un tiempo, contemplado también dentro de este estudio observacional que se desplegará el año próximo.
Cambio de paradigma
Con una fuerte impronta interdisciplinaria que busca potenciar el recorrido que cada una de las organizaciones tiene en la temática, el proyecto busca legitimar los saberes que las y los cultivadores informales de diversas variedades de Cannabis Sativa L han logrado acumular y volcar a múltiples modalidades de usos medicinales. Hasta el momento en Argentina solo la Universidad de La Plata logró instalar un cultivo experimental, mientras que las propuestas tanto para experimentación como para cultivos productivos, de a poco toman impulso en distintos puntos del país.
El optimismo para avanzar en estas iniciativas comenzó a moldearse en febrero de este año, cuando organizaciones sociales y científicas fueron convocadas por el Ministerio de Salud de la Nación para discutir una nueva reglamentación de la ley 27.350 sobre Investigación Médica y Científica del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados, finalmente aprobada a principios de noviembre.
Barreto es integrante del Consejo Consultivo Honorario que reúne a instituciones y organizaciones nacionales para avanzar en la temática.
La normativa anterior dificultaba en varios sentidos la investigación y el acceso, aspectos centrales que le habían dado origen a la ley en primer lugar. “Presentaba un proceso engorroso que a nivel nacional pocos decidieron recorrer”, opinó Barreto. Pero ahora ya no son el INTA y el CONICET los que excluyentemente tenían la potestad de producir material vegetal para investigar, sino que abre el juego a otras instituciones técnico científicas, entre ellas las universidades. Además, al habilitar el cultivo para sí, a través de terceros u organizaciones civiles, y contemplar el estudio médico clínico, se abrieron horizontes para avanzar sólidamente en un conocimiento articulado con todos los sectores vinculados a este escenario.
En principio, el cultivo en la Facultad de Ingeniería, trabajará con dos especies de cannabis que se emplean actualmente con fines medicinales, para realizar un seguimiento cualitativo y cuantitativo de la evolución de las especies bioactivas conocidas (THC, CBD, CBN, carifileno, mirceno, linalool y limoneno). Posteriormente se explorarán los efectos de la administración de estos derivados en pacientes que ya consumen, bajo supervisión médica.
“Simbólicamente hay un objetivo que me parece importante, y es el de generar el cultivo a nivel local, con la asesoría de Cannabis Activa y la posibilidad de incorporar al INTA”, sostuvo Gastón Barreto. “Todo esto involucra un trabajo interdisciplinario con organizaciones civiles en la construcción de conocimiento desde un paradigma distinto. No desde el ámbito científico como suele ser, esperando un derrame a largo plazo de la información y los datos que obtenemos adentro del laboratorio, sino que es un proyecto de investigación que genera datos con un foco en la realidad construida cultural y socialmente”, concluyó el docente de Ingeniería.