"¡Árboles! ¡Planten árboles!", pregonaba Domingo Faustino Sarmiento durante su etapa como presidente del país, en la segunda mitad del siglo XIX. Ya entonces, veía el cultivo de árboles no sólo como complemento de la ganadería sino como reguladores del ambiente, en una nación con extensas regiones desnudas.
Pasaron muchos años para que sus prédicas tuvieran ecos concretos. Un día como hoy, 29 de agosto, pero de 1900, el Consejo Nacional de Educación, en base a la iniciativa del Dr. Estanislao Zeballos, instituyó la fecha para la celebración del "Día del Árbol".
Ellos ya intuían las consecuencias de las acciones del hombre sobre el planeta, y tuvieron iniciativas y tomaron medidas para promover el sentido de la preservación. Si bien la dinámica del mundo moderno empeoró el ambiente, también aumentó la conciencia por protegerlo.
Conocida actualmente como la "Huella de Carbono", es una forma de calcular el daño que cada uno le provoca al ambiente. Y una de las mejores alternativas para mitigar ese impacto en la plantación de árboles.
Desde la Facultad de Ingeniería, se ha tomado dimensión de la importancia de reforestar los espacios públicos, y es por eso que decidió impulsar un proyecto para el Complejo Universitario de la UNICEN en Olavarría. Para esto, ya está en marcha una novedosa iniciativa que convoca a los graduados para donar árboles, y de esa forma "Limpiar su Huella", y compensar la deuda ambiental generada durante su etapa como estudiante.
La ingeniera agrónoma María de los Ángeles Tapia fue la encargada del diseño forestal, que contempla la plantación de una veintena de especies forestales. "El criterio de selección responde básicamente a un punto de vista ornamental, y también para que proporcionen sombra y abrigo", aseguró la profesional. "Para ello se tiene en cuenta su porte, la forma de la copa, el color del follaje", agregó.
La vegetación desempeña numerosos servicios ambientales que, entre otros aspectos, hacen a la calidad de vida de la población. Así por ejemplo, fijan dióxido de carbono del aire y liberan oxígeno al medio, reducen la contaminación por partículas actuando como filtro, reducen la contaminación sonora, regulan la humedad ambiental, generan microclimas que atenúan la isla de calor urbano, reducen la velocidad del viento, proveen nuevos hábitats ecológicos, introducen valores escénicos que contribuyen al bienestar ciudadano. Tapia señaló que "para que su cultivo sea exitoso debemos tener en cuenta los requerimientos climáticos, fundamentalmente las reacciones a la poda, y la resistencia a plagas y enfermedades". Para el plan de forestación de la Facultad de Ingeniería la agrónoma seleccionó en su mayoría especies caducifolias porque dan sombra en verano y permiten la llegada de los rayos del sol en el invierno, cualidad importante en ciudades con inviernos muy fríos como es el caso de Olavarría.
Además, si de escuchar se trata, los árboles urbanos reducen la contaminación sonora, disminuyendo así la intensidad de los ruidos exteriores y mejorando incluso la inteligibilidad de la palabra. Cuanto más densa y alta es una barrera vegetal, mayor es el efecto reductor del sonido. Las calles con edificios altos sin plantación arbórea en las aceras están afectadas de un nivel sonoro cinco veces superior a la altura de una persona.
Ya son más de ochenta los graduados que se sumaron a la iniciativa, y se espera que próximamente sean muchos más los que contribuyan con su aporte a la reforestación del Complejo Universitario, como acción directa para compensar la deuda ambiental y mejorar la calidad del entorno.

Si sos GRADUADO FIO, "LIMPIÁ TU HUELLA"