Reparar una radio o cualquier electrodoméstico tal vez no tenga un efecto decisivo sobre una persona. Pero si se trata de un desfribilador o una incubadora, un buen arreglo puede definir directamente entre la vida y la muerte. Más allá de los avances tecnológicos y las tendencias médicas, siempre, en cualquier época, atender el componente humanitario es clave para tener una mejor calidad en la salud.

Con el foco en los recursos humanos, la experiencia, y el propio usuario de la aparatología sanitaria, se realizaron en Olavarría las 3ª Jornadas de Electromedicina y Tecnología Médica, que concentraron en la Facultad de Ingeniería a más de setenta profesionales, investigadores, funcionarios, proveedores y gestores del sistema de salud argentino, y también del exterior. Esta actividad es la única de su tipo de Latinoamérica, y la tercera en el mundo. Las otras dos, impulsadas por las sociedades de electromedicina de España y Canadá, hicieron llegar su aval a las Jornadas locales, con la promesa de una futura vinculación.

El objetivo de esta tercera edición “es actualizar conocimientos a partir de abordar aspectos de capacitación y de experiencias”, anunció el bioingeniero Pedro Escobar, uno de los organizadores. En el acto inaugural, el decano de la FIO, Marcelo Spina, señaló la evolución de estos encuentros, “como espacio de interacción entre empresas, servicios médicos, tecnología y educación, al cual tenemos el compromiso de seguir propiciando”. Asimismo, en el escenario de las carreras tecnológicas que promueven el desarrollo nacional, Spina advirtió la falta en el país de disciplinas vinculadas a la tecnología y la salud. “Por eso en Ingeniería fortalecimos este área temática, formamos recursos humanos, incorporamos investigación y desarrollo, que nos permite ahora contar con una nueva carrera, que es la Licenciatura en Tecnología Médica, que complementará a la ya consolidada Tecnicatura Universitaria en Electromedicina”. “Para nosotros es un logro importante, y estas Jornadas también son una motivación para estimular las vocaciones tempranas hacia estas temáticas”, agregó.

Antes de las conferencias, el ingeniero Roberto de la Vega, director del Departamento de Ingeniería Electromecánica de la FIO, ofreció una visión sobre la nueva Licenciatura en Tecnología Médica, la situación nacional de la oferta académica, el campo laboral, y los desafíos de la disciplina, destacando la importancia de que Olavarría tenga este tipo de carreras, muy escasas y de amplia demanda en Argentina.

Factor humano

Una de las improntas de las Jornadas hizo foco en la dimensión humana detrás de la tecnología médica. Además de los conceptos tecnológicos, el funcionamiento de los aparatos, las técnicas de reparación, de detección de fallas, las normativas y los productos del mercado, hubo un gran espacio para las experiencias. Desde los desafíos diarios de los grupos de técnicos en los hospitales, hasta las tareas humanitarias en países devastados.

Una de las conferencias estuvo a cargo del reconocido ingeniero chaqueño Eduardo Sardá, actual jefe de tecnología médica del Hospital Garrahan. Él hizo un recorrido histórico de la tecnología médica y cómo evolucionó el instrumental y la atención sanitaria, con apuntes sobre prácticas médicas revolucionarias que ya usan en países desarrollados. Sin embargo, planteó que “la humanidad sigue teniendo una cuota de deuda, porque la mayor inversión se hace en armas, y la segunda recién en salud”. Según su propia experiencia, en un momento de su carrera se sintió “incompleto”, necesitó “dar más”. Sacó la mirada del equipo y la puso en quien lo usa. “Es una vocación determinante para la vida, la vocación de servir, que está emparentada con la felicidad. Uno es feliz cuando sirve a alguien, sino es frustrante”, planteó.

Sardá tiene varios inventos tecnológicos que directamente le salvan la vida a bebés y niños, ha creado nuevos implementos para la protección de la salud, y se fascina con los desarrollos médicos mundiales. Fue parte de las fuerzas de paz argentinas que llegaron a Haití en 2010 tras el terremoto que arruinó ese país. Y sigue mostrando a la tecnología como un camino para el beneficio de la humanidad.

Las conferencias también se ocuparon de normativas y habilitaciones para equipamientos, de la seguridad y la protección ante diversos riesgos en instituciones sanitarias, y del mantenimiento y la gestión de equipos. Participaron especialistas de Formosa, Entre Ríos, Buenos Aires, e incluso de Colombia.

Al día

Las Jornadas también hicieron eje en la capacitación permanente, porque si no es muy difícil poder estar al día con la vertiginosidad con que avanza la tecnología. “Durante los encuentros estuvimos viendo adelantos del primer mundo que podrán llegarnos recién en quince años, pero ya sabemos que existen, entonces nos esforzamos por acercar esas nuevas respuestas, porque ya están”, señaló Escobar. Esos adelantos incluyen desde mosquitos autónomos que viajan a zonas inaccesibles para vacunar a la población, nuevas técnicas de respiración artificial, nanotecnología para la estimulación cardíaca, hasta enfermeras robot.

Avances más cercanos fueron expuestos en Olavarría. Modernas camillas para el traslado de pacientes, novedosos modelos de ecógrafos, un aparato de telecardiología que permite un examen domiciliario y un diagnóstico vía internet, entre otros. “Apuntamos a que las Jornadas fueran un complemento formativo”, subrayó Escobar.

“La capacitación va llevando a que los hospitales no compren cosas por comprar, sino que apunten a una mejora de la calidad, incorporando tecnología médica, que es más segura y más fácil de instalar”, amplió.

Con todo, el trabajo, la gestión, y los desafíos de los responsables de la tecnología médica excede su propio rol, cuando está en juego la vida de las personas. “En Ingeniería concientizamos a los estudiantes como si ellos fueran los pacientes que usan los equipos, o un familiar. Porque cuando entienden que al reparar un aparato le pueden estar salvando la vida a alguien, ahí se comprende el espíritu de la profesión”, sostuvo el bioingeniero.