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blanco 1La lucha contra el cambio climático no es solo reducir emisiones contaminantes. Se trata de cambiar los paradigmas que mueven al mundo. Los alarmantes desequilibrios ambientales que ya son una evidente realidad, deberían ser suficientes para modificar actitudes, pero no ocurre tan naturalmente. Es una pugna entre dinero y conciencia.
Días pasados, todos los países presentaron ante la ONU su plan para reducir emisiones de carbono, que servirán para negociar un gran acuerdo mundial en la próxima conferencia de cambio climático, que se realizará en Paris desde el 30 de noviembre. Argentina propuso reducir sus emisiones hasta un 30% para el año 2030. La mitad serán contribuciones incondicionales, hechas con recursos propios, y la otra mitad atada a financiamiento externo.
Para Gabriel Blanco, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), admite que "no está mal el nivel de contribuciones previstas, pero podría haber sido un poquito más. Frente a otros países de Latinoamérica estamos parecidos en las propuestas de reducción, no desentonamos, pero debería ser más ambicioso porque Argentina tiene todo para ganar, no solo en reducción de emisiones", planteó.
El inventario de gases indica que las principales fuentes de emisión del país son los combustibles fósiles, la agricultura, que involucra al ganado y el uso de agroquímicos, y en un tercer grupo la deforestación. En tres grandes áreas, según Blanco, el país podría haber profundizado sus contribuciones incondicionales ante el mundo, porque ya se está trabajando y porque existe un gran potencial para hacer más sustentables y eficientes los recursos, más allá de disminuir las contaminaciones.
Por ejemplo, "la ley de biocombustibles, que prevé el corte de las naftas y el diesel con biodiesel y bioetanol, que ahora está en un 10%, podría ser más alto. Por otro lado, la Ley de Bosques se está implementando a una velocidad de tortuga. Y en el tema agricultura, con la rotación de cultivos y un mejor uso de agroquímicos, también podría haber sido más ambiciosa", consideró.

Nuevos paradigmas

"Hay mucho para ganar", insistió el especialista. "Tenemos que ir cambiando la matriz energética, salir de a poco del petróleo, del gas, no nublarse con Vaca Muerta. Salir de ese negocio tremendo que es el petróleo, donde están los peores jugadores que son las grandes petroleras internacionales. Hay otras tecnologías que se pueden desarrollar acá, con biomasa, energía eólica, solar, todas son desarrollables en el país. Y no solo se diversifican recursos, también se genera empleo, tecnología. Hay que hacer de a poco esa diversificación, pero hay que empezar a hacerla", enfatizó. En ese sentido, "también hay que salir del modelo de las megarepresas, salir del plan nuclear, que el gobierno ha incentivado", agregó Blanco.
En la agricultura, "hay que salir del modelo de la soja, porque se está destruyendo el suelo. Acá también tenés todo para ganar: rotación de cultivo, mejor uso del nitrógeno. Y unida al modelo expansivo sojero está la deforestación, con las implicancias ambientales, sociales y económicas que es perder la masa forestal", criticó.
También se ocupó del manejo de residuos. "No solo se pueden reducir emisiones, sino mejorar la gestión de residuos urbanos e industriales. Allí también el país tiene todo para ganar, en salud, higiene urbana", repasó el magíster e ingeniero de la UNICEN.
blanco"Por eso digo que podrían haber sido más ambiciosas las contribuciones argentinas. Es cierto que hay que tener cuidado porque puede generar un compromiso a nivel internacional, pero podrían plantearse cambios más profundos", subrayó.
En tanto, sobre las contribuciones condicionadas al financiamiento externo, Gabriel Blanco admitió sentirse "reconfortado", porque "ahí se subió la ambición con respecto a los primeros borradores". Él participó de las reuniones coordinadas por la Secretaría de Ambiente y aportó su visión para las discusiones sobre el nivel al que se debía llegar en los distintos proyectos. Este financiamiento, que las potencias transfieren a los países en desarrollo para colaboración en la reducción de emisiones, puede ser económico aunque también se traduce en tecnología, capacitaciones, instalación de empresas, etc.
Sin embargo, el experto en cambio climático también objeta la postura de algunas áreas gubernamentales, como energía, agricultura, industria, que "son reacias de hace cualquier acción, porque todavía ven al desarrollo en contra del cuidado de los recursos naturales, ven un enfrentamiento entre ambiente y producción, que es una mirada antigua y cortoplacista. Es no entender los nuevos paradigmas de desarrollo", renegó. "Lo nuevo es la antítesis, es ver el crecimiento del bienestar económico asociado a un ambiente necesario para poder disfrutarlo. Esta mirada es de Presidencia de la Nación, se ve esa idea. Y hay otros países que están con el mismo esquema, pero van quedando pocos", advirtió.

El mundo en París

En la capital francesa se realizará en menos de dos meses la cumbre mundial de cambio climático, donde todos los países intentarán ponerse de acuerdo para salvar al planeta. La necesidad de frenar el calentamiento global obliga a una drástica reducción de las emisiones. El objetivo es limitar el calentamiento de la Tierra a un máximo de dos grados Celsius. Según los estudios de la ONU, para conseguirlo habría que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 40% y un 70% hasta 2050 y a casi cero hasta finales del siglo.
blanco 2Para Blanco, "según las contribuciones que han presentado los países hasta ahora, no va a alcanzar el objetivo deseable. Entonces en Paris se verá si se puede pedir más esfuerzo a los países. Para mí la expectativa es un poco baja. Las contribuciones van a llegar a un 60% de lo esperable", calculó. "Ya se está hablando de aceptar eso ahora, y dentro de dos años revisarlo para poder hacer algo más", aventuró.
Un recuadro lo dedicó a un acuerdo que China y Estados Unidos tuvieron el año pasado para bajar el perfil de su propia disputa en torno a las emisiones, ya que son los más contaminantes. "Ese pacto bajó el nivel de ambición en cuanto a la reducción de emisiones, porque se pusieron de acuerdo en que cada uno va a hacer lo que puede".
Blanco destacó el papel el presidente norteamericano, Barack Obama, quien puso límites a la industria de la energía basada en el carbón, y prometió cerrarlas si no se reforman. También planteó exigencias drásticas a la potente industria automotriz de su país. Y también destacó que el propio Papa puso en agenda mundial al cambio climático. "Es difícil de medir la influencia del Papa a la hora de la verdad, a la hora de generar un compromiso real. Aunque no cambie la mente de los poderosos, sí influye más en los individuos, que en definitiva también generan presión sobre los que toman decisiones. Es el camino más largo generar conciencia desde abajo, pero es muy positivo", aseguró.
En este escenario mundial, "cuando veo la posición de argentina en las distintas negociaciones, de las que me toca ir y participar, me preocupo, porque se está hablando de otra cosa. En el mundo se habla de sustentabilidad, de desarrollo sustentable en el sentido verdadero de la palabra. Y es lo que domina el discurso, aún en muchos países desarrollados muy reacios al cambio, se escucha hablar con esa mirada", sentenció.

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