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El rol del docente universitario y el desafío de dejar una huella.

17 de mayo de 2017

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Karina De Figueiredo, con estudiantes avanzados de Ingeniería Química.

Doctrina, doctor, documento, dócil. Todas esas palabras provienen de verbo latino docere (enseñar), pero ninguna de ellas remiten a la sensación cálida que provoca otra palabra de la misma raíz: docente. La docencia es una profesión, la que enseña al resto de las profesiones, dicen. Pero sobre todo, es una vocación. “Hoy no me veo haciendo otra cosa”, aseguró Karina De Figueiredo, docente de la carrera de Ingeniería Química de la FIO, en el marco del Día del docente universitario.


“Empecé como docente en el año 2004, en la materia Química Tecnológica, que al ser la única de química que es común a todas las carreras, requiere mucho personal docente”, contó Karina, quien actualmente realiza el Doctorado en Ingeniería. En particular, articula su tarea docente con la investigación del procesamiento de un grano de girasol. “Cuando hago docencia digo que me gusta más la docencia y cuando hago investigación digo que me gusta la investigación, pero es así, disfruto cada momento”, contó, y reconoció que le gustaría reforzar la extensión.

El rol del docente depende de los niveles de educación en los cuales se trabaja. El trabajo de una maestra jardinera puede tener pocas cosas en común con el de una profesora de secundario. Lo mismo ocurre en la Universidad, con la característica de que continuar una carrera universitaria es, en la mayoría de los casos, una elección.

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En este contexto, Karina corre con cierta ventaja, ya que las materias que dicta (Operaciones Unitarias I y III) corresponden al cuarto año, donde los estudiantes han afirmado de alguna manera su elección profesional. Para ella, en el aula “el desafío más grande, tanto en el ciclo básico como en el superior, es la innovación educativa”, dijo. “Es importante responder a estos chicos que representan realidades diferentes a las que tuvimos nosotros. Son chicos que disponen de toda la información, por eso hay que guiarlos para que puedan seleccionar la información correcta, pero además para que puedan desarrollarse en este mundo complejo”, consideró sobre la inserción de las TIC’s en el aula. “La industria requiere ingenieros con toma rápida de decisiones, y certeras. Entonces desde el ámbito educativo es necesario desarrollar esas cuestiones”.

Contagio emocional

“Hoy en día tenemos que buscar un punto de contacto con los alumnos. Si es el uso del celular dentro del aula, bienvenido sea. Creo que fue el Dr. Roberto Rosler cuando estuvo en la FIO que dijo ‘el aula es el espacio de contagio emocional’. A mí nunca me gustaron las clases como yo las viví en la escuela secundaria, donde el profesor exponía. Creo que por mi personalidad y porque tengo un grupo reducidos de alumnos, disfruto de la interacción. Si estoy con ganas, la paso bien y trato que se contagie. Hay que buscar cómo llegar a los estudiantes, porque cada uno de ellos tiene una realidad diferente”, sostuvo.

“Para mí dar clases es un placer. Me encuentro con chicos que tienen ganas de estudiar y que están a un paso de recibirse. Eso favorece mis clases. Tengo a ocho, diez estudiantes, y ellos y yo somos un grupo. Eso me encanta”, sostuvo De Figueiredo, que se emocionó al recordar cómo una alumna le escribió para saludarla en su día. “Me emociona, porque me pasó a mi edad, no es que me jubilo. No lo esperaba y eso me llena, porque entrego todo lo que puedo”, expresó.
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Lo mejor de ser docente – consideró- es estar con gente joven y sentir que aportás algo en sus vidas; algunos toman más, otros toman menos. Pero además, “los chicos son muy críticos. El año pasado el grupo me planteaba para qué servían las encuestas sobre docentes. Ellos creen que no ayuda pero para nosotros, depende del docente, hay un uso personal de ver los logros y lo que hay que resolver”, mencionó como parte de ese ida y vuelta.

Su actividad en la Facultad de Ingeniería no sólo se limita a la docencia y la investigación, sino que además, ha tenido participación en el Consejo Académico, el órgano de gobierno de la Facultad de Ingeniería. “Es una etapa que disfruté mucho y a la que volvería, porque pude conocer otro aspecto del funcionamiento de la Facultad”, concluyó.

 

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