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Investigador brasileño disertó en el Congreso de Hormigón sobre la actualidad del material.

 

vanderley

 
 • 14 de noviembre de 2018

 

Vanderley John es docente de la Universidad de San Pablo, Brasil, donde investiga el desarrollo de materiales ecoeficientes.

Sobre eso disertó en el Congreso de Hormigón que se realizó en Olavarría. Las premisas generales que guían los nuevos desarrollos a nivel mundial son indiscutiblemente la reducción del impacto ambiental en su fabricación, a partir del agregado de otros materiales.


El especialista es coordinador del Centro de Innovación en Construcción Sustentable de la universidad brasilera, y referente latinoamericano en la temática. Lo principal en este momento, remarcó durante su visita a los laboratorios de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, es que los desarrollos en ecoeficiencia se puedan aplicar. “Mucha gente en la universidad se dedica a hacer papers, que son buenos, pero también queremos cosas que la industria pueda utilizar”, señaló. “En nuestro laboratorio hacemos ciencia básica, si, pero para encontrar alguna solución específica, es decir, con un objetivo particular en la investigación”, indicó.


El científico definió que esta búsqueda de volcar los desarrollos científicos en el sistema productivo es una cierta obsesión de que esos escenarios sean posibles: “que se puedan utilizar en condiciones normales, y a gran escala, porque los problemas ambientales son de gran escala. No se va a hacer la diferencia en el CO2 con cinco casitas, sino con millones y millones de casitas”, sostuvo.


En este sentido, John aseguró que “para nosotros la relación con la industria es fundamental”. Actualmente, en línea con avances como los del Laboratorio de Materiales (INMAT) de la FIO, se busca reemplazos para el cemento de materiales extraídos en canteras, por otros como desechos de la industria cerámica, por ejemplo.


“La pregunta es cuánto cemento necesitamos reemplazar”, señaló el especialista con relación al desafío actual. “Hoy en el laboratorio hacemos cosas con un 30 por ciento del cemento que se usa en obras regulares. Y esto tendría una reducción del impacto ambiental del 55 por ciento”, agregó. “La huella de carbono se va a la mitad, no es el mismo producto, pero funciona en el 90 por ciento de los requerimientos; no tal vez para un puente”, aclaró, y aseguró que el objetivo es alcanzar en términos tecnológicos, un material con bajo porcentaje de cemento que permita, tal vez, hacer una casa. “Hoy en día uno compra una bolsa de cemento y se hace su casa, este tipo de avances no podría ir en principio a un mercado de la autoconstrucción, porque requiere cierto control”, subrayó.

 

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Los impedimentos no surgen solamente desde el aspecto técnico, sino también reglamentario. “Es todo un modelo diferente de pensar el cemento”, sostuvo el investigador extranjero. “La construcción es un sector bastante conservador, las personas quieren hacer una casa para dejar a los nietos”, graficó, y aclaró que “es bueno que en cierto sentido sea conservador pero por otro lado está el problema ambiental que hay que arreglarlo y si es muy conservador no se arregla nada”, concluyó.

 

 

 

 

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