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Reflexiones sobre la enseñanza universitaria.

rocha

 

17 de julio

 

Cuando se piensa en “buenos docentes”, el primer requisito que aparece en el imaginario colectivo es “que sepan mucho”. Sin embargo, según la profesora Adriana Rocha, “esa es sólo una parte de lo que importa. En principio, porque debemos preguntarnos qué significa saber mucho”.

 

A la hora de enseñar, un profesional debiera cuestionarse ese saber y pensar en qué es lo relevante, qué es lo importante que el estudiante debe saber y cómo acompañarlo para que desarrolle su propio conocimiento. Todo esto implica pensar por supuesto, en cuál es su propia función como educador. En paralelo, surge la necesidad de que quien enseña adquiera conocimientos didácticos y pedagógicos, que pueda integrarlos en su saber profesional práctico.

 

Adriana Rocha opina que “si al momento de hacer docencia cada profesional se cuestiona qué es lo importante y a dónde quiere llegar en ese proceso, recién entonces puede pensar en cómo enseñar y en los recursos a emplear”.

 

Rocha forma parte del plantel del Departamento de Formación Docente de la Facultad de Ingeniería de Olavarría, y tiene vasta experiencia en el tema. “Cuando un profesional de determinada disciplina, como puede ser la Ingeniería, se acerca a la docencia, trae consigo una concepción de la enseñanza que en general, no proviene de la formación específica en el campo educativo, sino de su propia historia como estudiante. Por lo tanto, en general replica lo que se vivió en las aulas años atrás. Esa modalidad de ejercer la docencia es, de por sí, endeble, considerando que se sostiene en la imitación. También muchas veces, el docente novel cuestiona cómo ha sido su tránsito por las aulas universitarias… Y ese es un buen momento para que participe de opciones de formación en docencia, para que busque aportes al desarrollo de un conocimiento práctico que le permita resolver problemas profesionales propios de la docencia.”


Nuevo perfil

 

El panorama se hace más complejo si se considera que el estudiante tipo ha mutado muy fuertemente su perfil en los últimos años. “La ciencia ha avanzado mucho en identificar a estos grupos generacionales, etarios, sociales. Por su parte, en el campo educativo se tienen conocimientos científicos adecuados para pensar la docencia en todos los niveles y modalidades. Pero si ese saber no llega a quienes ejercen la docencia en el aula, los resultados serán seguramente malos”, dice la Profesora.

 

Hoy se sabe que aprender es construir conocimiento, a través de procesos cognitivos a largo plazo. Quien aprende debe interpretar información, procesarla, utilizarla y no sólo dedicarse a intentar entender lo que el docente tiene para decir. “Esto significa la caducidad de los modelos de enseñanza tradicionales”, sostiene Rocha. “Evaluaciones, clases, herramientas usadas, todo debe ser revisado”.

 

Por otra parte nuestros estudiantes no han de aprender sólo información. Tan o más importante es que desarrollen todo tipo de habilidades y actitudes que les permitan ejercer la profesión en un mundo cambiante y global como el que vivimos y formarse como personas libres y creativas capaces de aprender continuamente.

 

Cómo hacer

 

“Uno puede quedarse esperando que sean las instituciones las que planteen la obligación de la formación continua del docente universitario”, dice Adriana Rocha. “Y no es del todo incorrecto. Aunque se necesita una decisión política también es esperable que cada uno de nosotros, profesionales de la docencia universitaria, revisemos profundamente lo que sabemos y hacemos y tengamos la audacia de afrontar los cambios que sean necesarios”.

 

Lo que no queda es alternativa, porque las generaciones de estudiantes siguen cambiando a cada momento y la docencia universitaria debe acompañar inexorablemente esa necesidad. El reloj ya está corriendo….

 

 

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