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• 20 de mayo de 2020

 

Rutina, sistematicidad, pruebas, tiempos de laboratorio. La investigación en la Facultad de Ingeniería se sustenta, entre otras bases, sobre estos puntos. “Pero el aislamiento nos cambió súbitamente las coordenadas”, afirma la Secretaria de Investigación y Posgrado Dra. Carmen Mateo.

 

mateo


No hay actividad que no se haya visto afectada, de un modo u otro, por la irrupción del coronavirus. La investigación, en este sentido, también ha sufrido modificaciones.


“El impacto inicial fue desconcertante, porque quienes investigamos necesitamos del método, del orden, de ciertas prácticas que forman parte de nuestro trabajo y que venimos haciendo desde hace años”, afirma Mateo. “Los avances científicos se construyen sobre la base de muchas experiencias que permiten comprobar las hipótesis del conocimiento. Por lo tanto, aunque el virus en sí mismo no llegó a Olavarría como sí lo hizo en otras partes del mundo, el aislamiento nos obligó a separarnos repentinamente de la actividad experimental”.


El distanciamiento social puso a quienes investigan lejos de sus lugares físicos de la Facultad de Ingeniería. En unas pocas horas, todos los proyectos y los experimentos que estaban en marcha, se encontraron con la imposibilidad de progresar en el terreno de la práctica. Las convocatorias a presentación de proyectos entraron en la etapa de espera. Las becas para alumnos de grado no fueron evaluadas aún, ya que requieren del encuentro presencial de estudiantes con el docente que los dirige.


Reinventarse

Carmen Mateo explica que “después del impacto inicial, los investigadores tuvimos que adecuarnos a una modalidad que no va a durar poco. De hecho, quienes pertenecemos a los ámbitos académicos seremos de los últimos en recuperar la normalidad en nuestras tareas”.


Seguramente todas las actividades debieron desplegar nuevas estrategias para adaptarse. La investigación parece haber encontrado, al menos en el ámbito de la FIO, sus propios senderos para seguir avanzando a pesar de las restricciones.


“Es muy notable la forma en la que nos hemos adaptado”, dice la Dra. Mateo. “Lo que observo es que todos hemos empezado a revisar nuestro trabajo, a mirar y repensar los datos experimentales obtenidos tiempo atrás. Y esa posibilidad de tomar una pausa, evidentemente, nos proporciona un muy buen espacio para enriquecer lo hecho, y proyectar a futuro con visiones renovadas. Veo que hay mucha gente que está armando proyectos de investigación para la pospandemia, que son muy interesantes y de gran valor científico. Eso es el resultado de habernos podido salir de la rutina y darle otra perspectiva a lo que veníamos manejando a diario”.


Por otra parte, en la FIO ha habido un reverdecimiento de los cursos de Posgrado, que aun en modo virtual se dictarán en un alto porcentaje a partir de junio, por lo que ya está abierta la inscripción para alumnos del Doctorado y/o de otras carreras de posgrado. En ese sentido hay que revalorizar el trabajo de los docentes Investigadores que han aprobado su realización, y están en pleno proceso de adecuación de sus estrategias didácticas para hacerlo a través de la tecnología virtual”, confirma Mateo.

 

 

No hay actividad que no se haya visto afectada, de un modo u otro, por la irrupción del coronavirus. La investigación, en este sentido, también ha sufrido modificaciones.
“El impacto inicial fue desconcertante, porque quienes investigamos necesitamos del método, del orden, de ciertas prácticas que forman parte de nuestro trabajo y que venimos haciendo desde hace años”, afirma Mateo. “Los avances científicos se construyen sobre la base de muchas experiencias que permiten comprobar las hipótesis del conocimiento. Por lo tanto, aunque el virus en sí mismo no llegó a Olavarría como sí lo hizo en otras partes del mundo, el aislamiento nos obligó a separarnos repentinamente de la actividad experimental”.
El distanciamiento social puso a quienes investigan lejos de sus lugares físicos de la Facultad de Ingeniería. En unas pocas horas, todos los proyectos y los experimentos que estaban en marcha, se encontraron con la imposibilidad de progresar en el terreno de la práctica. Las convocatorias a presentación de proyectos entraron en la etapa de espera. Las becas para alumnos de grado no fueron evaluadas aún, ya que requieren del encuentro presencial de estudiantes con el docente que los dirige.

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Carmen Mateo explica que “después del impacto inicial, los investigadores tuvimos que adecuarnos a una modalidad que no va a durar poco. De hecho, quienes pertenecemos a los ámbitos académicos seremos de los últimos en recuperar la normalidad en nuestras tareas”.
Seguramente todas las actividades debieron desplegar nuevas estrategias para adaptarse. La investigación parece haber encontrado, al menos en el ámbito de la FIO, sus propios senderos para seguir avanzando a pesar de las restricciones.
“Es muy notable la forma en la que nos hemos adaptado”, dice la Dra. Mateo. “Lo que observo es que todos hemos empezado a revisar nuestro trabajo, a mirar y repensar los datos experimentales obtenidos tiempo atrás. Y esa posibilidad de tomar una pausa, evidentemente, nos proporciona un
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