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Literatura y coro se readaptaron al contexto.

coro

 

20 de noviembre de 2020

 

Hace ya varios años que la FIO tiene cuatro propuestas abiertas a la comunidad universitaria, cuya coordinación depende de la SEVyT: yoga, teatro, coro, y el curso literario que juega con las matemáticas. Si bien todas ellas son actividades para “ponerle el cuerpo”, el contexto de aislamiento atentó contra la continuidad de las dos primeras, mientras que, para los y las interesadas en cantar y escribir, surgieron alternativas propias de este 2020 que ya termina.


No tanto Zoom, sino mail y videos, fueron las herramientas por excelencia de las que se valieron el director del coro Juan Loza, y el escritor Guillermo Del Zotto.


Coro en planos medios

 

“Lo nuestro es grupal, colectivo. El del coro es un canto donde se tiene de referencia a otro, sea el director o cantante”, explicó Loza, “uno está continuamente escuchando a su compañero y no lo teníamos”.  Pero el grupo no se desanimó. La propuesta fue que cada integrante se filme cantando con su celular, y luego ensamblar las producciones en un video final. De esta manera salieron tres videos que si solo se escuchan, es posible creer que se está compartiendo espacio físico. “Por un lado está bueno ensayar de esa forma, poder reforzar las partes que cada uno canta”, sostuvo el músico. “Escucharse a uno mismo también está bueno, son cosas que se hacían pero al estar cantando en grupo teníamos otra realidad sonora. Ahora la realidad sonora es el teléfono”, señaló.

 

 

Mientras que el Zoom o Google Meet fueron las plataformas por excelencia para la enseñanza, el retraso en la entrada y salida del sonido y las señales de Intenet que atentan contra la conexión, hicieron que el coro las descarte. De todas maneras, atrás de escena está lo que no se ve: grabarse varias veces porque salió mal una letra, una entonación, o ladró un perro de fondo. “Da para hacer un anecdotario con cada experiencia individual”, aseguró el director del coro.


“Sí la usamos para compartir experiencias, charlar de otras cuestiones, pero no para ensayar”, contó Loza. Las canciones que registraron, además, eran canciones que ya habían trabajado en otros años. “Hubo en un primer momento arreglos y música nueva, pero lo dejamos para más adelante”.
Loza destacó que se pudo documentar el trabajo del grupo: “Estamos satisfechos con el resultado. Entre lo individual que forma lo colectivo y la tecnología pudimos hacer algo que valió la pena”, expresó.

 
Integran el coro las sopranos Manuela Fernández Alzuri, Verónica Alzola, Susana Peker, Soledad Del Valle, Yanina Bianchi; las contraltos Araceli Mazzucco, Luciana Mentasti, Cristina Aguirre, Rosana Corradini, Laura Snaidero, Graciela Nesci, Silvana Pennacchioni; los tenores Alberto Otermín y Mauricio Vicente; y el bajo Daniel Gallardo.


El tiempo a disposición

 

Este año 22 estudiantes se sumaron al curso de literatura que el escritor Guillermo Del Zotto dicta en la FIO desde el año 2006 (con variaciones de técnicas a lo largo de su historia). En las últimas ediciones la propuesta se volcó hacia la técnica OuLiPo, que combina literatura y matemáticas, y en el Cincuentenario de la Facultad se llegó a editar un libro con producciones del taller.


“Si hubo una reformulación de cómo acceder al material, ese libro que editamos nos vino muy bien, para utilizarlo como manual”, contó Del Zotto. Fue lo único que se cambió de la propuesta: enviar el pdf del libro a cada estudiante del curso. “De alguna manera esa modificación yo ya la tenía incorporaba porque usaba el libro para dar clases, pero en el contexto de la pandemia que fue exclusivamente a través de mails, el hecho de que tuvieran el libro ayudó muchísimo y hubo una gran conexión con las consignas. Fue gracias a esa iniciativa de hacer el libro”, agradeció.


A grandes rasgos, en cada proceso de aprendizaje y enseñanza se pueden identificar aspectos de este contexto que jugaron a favor o en contra. En el caso del curso de Literatura y Matemática, el escritor consideró que en su caso, prevaleció lo primero “porque justamente descubrí a muchos participantes, muchos alumnos más que en otros cursos, cuando la realidad de las horas, la concurrencia a clases, tener que estudiar para otras materias de la carrera hacía que no le prestaran tanto interés como quisieran ellos”, dijo, y sostuvo que estos aspectos los vio en otros talleres que dicta. “Yo respeté los mismos horarios que le dedicaba, pero se vio que ellos trabajaron más cómodos. Lo peor es, obvio, no haberlos conocido. El aprendizaje cara a cara siempre es mejor”, agregó.


Con un récord de 22 estudiantes y las producciones que surgieron, Del Zotto confesó estar más satisfecho que nunca.” A pesar de la incomunicación presencial, de esta forma de conectarnos, con lo producido estoy muy contento. Primero porque los alumnos fueron numerosos y todos tuvieron mucha responsabilidad para terminar la tarea a término, que obviamente fueron consignas atractivas, pero que no siempre uno encuentra un grupo dispuesto a jugar “, contó. “Y sobre todo por la creatividad, sinceramente fue un grupo de los más creativos. Quiero suponer que también tuvieron más tiempo o distención para trabajar”, consideró.

 

 

 

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