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• 14 de octubre de 2022
• Tiempo de lectura: 4'

 

La licenciatura en Tecnología de los Alimentos es el plato fuerte con el objetivo de mejorar procesos de elaboración, manipulación y consumo de alimentos. El menú incluye formación de recursos, investigación y extensión. Dos docentes de dicha carrera explican qué hace la academia y cuáles son los desafíos.

 

“Nadie debería quedarse atrás” es el lema elegido este año para el Día Mundial de la Alimentación y lo que busca es promover un mundo sostenible donde todos, en todas partes, tengan acceso regular a suficientes alimentos nutritivos. La Facultad de Ingeniería no solo comparte este desafío sino que tiene un menú propio con formación de recursos, investigación y extensión asociados a la elaboración, manipulación y consumo de alimentos.

 

A través de la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos, la FIO acredita una sólida formación científica y tecnológica que respalda la actividad profesional en industrias, laboratorios, instituciones públicas o privadas, áreas de producción y/o desarrollo de productos.

 

“Desde el área de investigación se trabaja en diferentes temáticas relacionadas con la formulación, desarrollo y elaboración de alimentos”, indica la Doctora Irene Rubel, convencida de que el rol docente es sumamente importante porque se forman profesionales que desempeñarán funciones protagónicas en la producción de alimentos, con un impacto directo a nivel social y productivo. 
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Dra. Irene Rubel

 

Asimismo, se desarrollan múltiples actividades de investigación en área de microbiología y en  diversos procesos biológicos que pueden escalarse a nivel industrial, y en áreas vinculadas con el aprovechamiento de subproductos de la industria para ser empleados como fuente potencial de compuestos bioactivos, como ingredientes en la elaboración de alimentos funcionales, observa la profesional.

 

En Extensión, en temáticas relacionadas con alimentación, se podría mencionar el desarrollo de Talleres participativos en temas de nutrición y buenas prácticas de manufactura de alimentos, que se han desarrollado en el marco de Proyectos de Extensión de la Universidad y que continúan en el marco de del Programa de Extensión Universitaria “Comunidades Soberanas”, donde uno de sus ejes es la Soberanía Alimentaria. La FIO lo hace junto con las facultades de Sociales, Agronomía y Salud además de organizaciones sociales como Corazones de Barro, Cooperativa “Viento en Contra” y la Municipalidad de Olavarría.

 

La premisa es que “las actividades en Extensión deben ser sostenibles, más allá de los proyectos y programas vigentes, como estrategia institucional prioritaria de vinculación con el medio socioproductivo”, enfatiza la profesional.


Ejemplos que cuentan

 

 “Es una hermosa carrera” que habilita a “formar futuros profesionales y, en la rama de la investigación, a transmitir conocimientos y estudios que hacemos dando respuesta las problemáticas de hoy en día”, valora la doctora Mariana Laborde, dispuesta a aportar innovación en la elaboración de alimentos de origen vegetal con agregado de valor desde un trabajo en equipo.

 

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Dra. Mariana Laborde

“Elaboramos uvas pasas reducidas en sus azúcares calorías fortificadas con antioxidantes obtenidos del bagazo de cerveza de una industria  cervecera de Olavarría. La idea es elaborar un snack que pueda ser consumido por personas diabéticas y celíacas”, cuenta con entusiasmo.  Con ese fin, “buscamos revalorizar el bagazo de cerveza que se produce en gran volumen y el principal destino es actualmente para alimentos de cerdos”, señala la Dra. Laborde.

La propuesta es más abarcativa ya que, por otro lado, trabajan con “la maltería OVUNQUE de Tandil en la obtención de edulcorantes xilitol a partir del bagazo de cerveza sin tacc”.

 

Otra de las líneas de investigación está vinculada con la Facultad de Agronomía de Azul y apunta al aprovechamiento integral sustentable de cítricos ornamentales de dicha ciudad, conocidas como naranjas amargas. “Elaboramos mermelada tradicional, y con edulcorante en reemplazo del azúcar; y también obtuvimos pectina de las cáscaras de las naranjas”, precisa.

 

La Dra. Irene Rubel menciona que hace más de 10 años se encuentran trabajando con una especie vegetal que está subvalorada, llamada topinambur (Helianthus tuberosus L.) a partir de la cual pudimos obtener inulina, una fibra soluble de interés por sus propiedades nutricionales y tecnológicas. Poder contar con inulina, como ingrediente nacional, análogo al importado, aporta ventajas competitivas en la industria local y regional, contribuyendo a mejorar la calidad de vida y a largo plazo, disminuir los costos de salud pública y promover el desarrollo industrial regional, sostiene la Dra. Además se está trabajando en el desarrollo de alimentos funcionales a base matrices lácteas, como así también a base de jugos naturales con inulina y probióticos, que impactarían positivamente en el sector productivo y social, generando oportunidades competitivas en el mercado de alimentos funcionales, que se encuentra en pleno auge.

 

Impacto social

 

La intención es trascender las fronteras del laboratorio y difundir saberes mediante talleres destinados a la comunidad para que “puedan hacer productos inocuos, seguros y hasta tener un emprendimiento”, sostiene la Dra. Laborde.

 

Ambas profesionales destacan los alcances del Programa de Comunidades Soberanas, que pone el acento en la soberanía alimentaria. Desde ese espacio se planifican talleres participativos junto con diferentes actores sociales vinculados al programa, que se desarrollarán en el punto de Extensión Territorial Villa Mailín.

 

En una actividad conjunta con otro proyecto de Extensión de la Facultad de Sociales, llamado Prácticas Socioeducativas, participé abordando aspectos de seguridad alimentaria. El impacto social positivo es amplio y diverso; en cuanto a la alimentación, se genera un intercambio de saberes, culturas y tradiciones relacionadas con la elaboración de alimentos que buscan revalorizarse. Se promueve el análisis y reflexión de las prácticas de elaboración de alimentos, considerando la inocuidad de los mismos, como prioridad, remarca la Dra. Rubel.

 

La concientización también está presente en torno de la manipulación de alimentos: "Vamos a comenzar a dictar un curso destinado a todas las personas que se encuentren en contacto con los alimentos para obtener el carnet de Manipulación de Alimentos, exigido por el Código Alimentario Argentino", dice la doctora Laborde sobre el final, convencida de que la meta es lograr alimentos cada vez más saludables, seguros y accesibles.

 

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