Archivo de Noticias
Milagros Varela y Oscar Díaz, en el Día Nacional de la docencia universitaria
docenteu
 
• 12 de mayo de 2023
• Tiempo de lectura: 5'30"

 

Cada 15 de mayo se conmemora el Día de la docencia universitaria, para poner en valor el ejercicio de una actividad clave para el desarrollo del país.
Oscar Díaz se graduó en 1971 y recuerda que las primeras clases las dictaba en la “Escuela Industrial”. Milagros Varela se recibió en 2018 y considera que sus alumnos “son pares”.  Sin embargo, en ese arco histórico que los separa, coinciden en señalar: “La docencia universitaria es una pasión”.



Oscar Díaz egresó de la Universidad del Sur con el título de Licenciado en Química. “Mi idea no era ingresar en la Universidad”, relata, “porque tenía contactos con sectores fabriles de Olavarría, obviamente, siendo nativo… me estaban esperando, la expectativa era entrar en el laboratorio de la industria. Pero surgió que había una persona de Bahía Blanca acá en la Facultad, estaba en la carrera de Química y recién se empezaba como Instituto Universitario. Era María Estela Muñiz, y junto a ella estaba José Velázquez. Me di una vuelta para ver si precisaban gente y claro, hacía falta una enorme cantidad de gente porque la carrera iba creciendo y se iban agregando materias. En ese momento se dependía académicamente de la Universidad del Sur”. Oscar rememora sus inicios con una sonrisa. “En el ’72 me convoca Muñiz para una ayudantía y ahí comencé, con una dedicación simple. Pero al año siguiente empezaban otras materias, arrancaba Química analítica, que era una materia netamente instrumental y necesitaba laboratorio. Venía un profesor viajero desde Bahía Blanca y le dije que había muy poquito para armar un laboratorio. Me dijo ‘vos no te preocupes, la parte instrumental la traigo yo’. Él venía en auto con un fotocolorímetro, y acá armamos en el laboratorio de la Escuela Industrial, con lo que pudimos”.

 

docenteu 1 

 

Milagros trae el relato mucho más acá en el tiempo. En agosto de 2018 presentó su Trabajo final de carrera, y “mi mamá cumplía 60 en septiembre. Entonces dijimos ‘nos vamos de viaje, para celebrar’. Pasamos su cumpleaños en París. Y estaba ahí cuando me llegó un mail: había salido un cargo en Estructuras. Y estando en Europa dije ‘me anoto’, no sabía si me gustaba o no dar clases, pero total… no pierdo nada. Desde allá mandé el Curriculum y todo para anotarme. Pasó el tiempo y al año siguiente vine en febrero y me dicen ‘Mili, ¿vos sabés que quedaste en el cargo de Estructuras?’. Mi respuesta fue que no, porque además estaba 3 en el orden de méritos. Pero resultó que las dos chicas que estaba primero eligieron otros cargos, ‘así que quedaste vos’, me dijeron. Así me enteré que había quedado.

 


La alternativa laboral


Trabajar en la empresa privada, por cuenta propia, en otros estamentos del Estado, son solo algunas de las opciones que se dispone al graduarse. Oscar Díaz no llegó a tomar nunca más ese camino. “Al aumentar la cantidad de materias no dábamos abasto, éramos tres y teníamos que trabajar muchísimo entonces en ese momento me ofrecen una dedicación exclusiva. Yo en ese momento todavía estaba pensando en el otro trabajo, en la empresa privada. Pero me tenían esperando, que no se daba la vacante y era así en las fábricas en ese momento. Cuando empiezo a trabajar con dedicación exclusiva empiezo a darme cuenta de que es lo que me gusta. Dije ‘esto es lo mío’, y ya no pensé más directamente y me quedé con mi carrera docente que después, con los años, por suerte se transformó en docencia e investigación.


Para Milagros la chance se dio mediante un nuevo cargo, ahora en el Área de Hidráulica y Vías de comunicación. “Me anoté en ese cargo simple, quedé y estaba entonces con dos cargos simples. Cuando salió la jubilación de Moni (N. de R.: Mónica Gelmi) se convirtió en un cargo exclusivo y ya me quedé ahí. Fue entonces que descubrí que sí, que me gustaba dar clases”. Respecto de la posibilidad de trabajar en otros ámbitos, la ingeniera civil relata que “no sabía qué hacer de mi vida, en realidad. Sabía que no quería trabajar en fábrica, porque veía a mis tías que siempre trabajaron en fábrica y cuando yo era chiquita mi abuela cuidaba a mis primas y las dejaban a las ocho de la mañana y las venían a buscar a las ocho de la noche. Viste cuando vos decís ‘pobrecitas’, entonces eso de la fábrica tan demandante no me gustaba. Pero no sabía bien qué era lo que quería. Pero por suerte esto ¡me encanta!”.

 


Pasión común


Hablar de docencia universitaria parece ser un concepto siempre asociado a la pasión. Milagros y Oscar asienten a dúo con entusiasmo. “Te diría que eso es lo que uno extraña”, dice Díaz, que se jubiló hace diez años. “En mi caso siempre me consideré vehemente al tratar de explicar”, afirma con picardía; “uno hace cosas como que está actuando, todo para poder llegar a la gente. Cada vez lo sentís más entonces ahora llega un momento que se extraña. Y después tuve la suerte de confirmar esto con mis compañeros haciendo investigación, porque eso de estar descubriendo, creando algo nuevo, es apasionante”.
Cuando Milagros era niña le decían que iba a ser actriz. “¡Y soy docente universitaria!”, remata entre risas. “Siempre me gustó eso, siendo alumna. Yo la veía a Norma (N. de R.: Norma Ércoli, exdocente FIO), que vos veías que te transmitía con pasión. Como que tuve ese referente y me decía a mí misma ‘me encantaría dar clases así’. Eso es muy inspirador”.

 


El toque FIO


Si ser docente en la Universidad es algo singular, serlo de la FIO es aún más especial. “En mi caso particular trabajar acá me generó una gran pertenencia”, sostiene Oscar Díaz. “Yo y un grupo de gente que hemos estado, la sentimos con pasión. Nos sentimos como ‘dueños’ de la FIO. Más porque hubo que empezar a hacerla. Cuando yo hacía mucha docencia, mientras tanto se preparaba a la gente más joven para ir a centros especializados. Se fueron, se doctoraron y volvieron. Y después fueron ellos mismos los que, de alguna manera, nos metieron a nosotros en la cerrara de investigación. Hay un montón de ejemplos, en Ingeniería Química ¡ni hablar! Es un montón de gente que llegó a tener, y tiene hoy, un nivel de especialización muy alto. Nosotros nos quedamos acá tapando los huecos, porque no teníamos ayudantes de sobra. Pero valió la pena…”.


La historia de Milagros es, por supuesto, más breve. No obstante, ha logrado armar ese sentido de pertenencia al que alude su colega. “Para mí la Facu fue siempre la segunda casa. Sigue siendo. Eso es algo que yo noto muy distinto con la escuela, ahí iba porque tenía que ir y me tenía que recibir. En cambio acá podía estar todo el día e irme a las once de la noche y no tenía problema. Siempre me encantó”.

 


Generaciones nuevas


La llegada de nuevas camadas de estudiantes va marcando diferentes etapas en la docencia de la Universidad. Oscar Díaz dice que “supongo que deben notarse cambios en cuanto a la materia prima que llega a la Universidad, por distintas causas que es difícil analizar. Pero veo gente joven con inquietudes, y es en la Universidad donde se dan los cambios de las personas. A mí no me formó solo como profesional. Lo primero fue formarme como ciudadano, que es un rol que muchas veces siendo adolescente no se tiene idea. Y ahí te involucrás con cultura, con procesos solidarios, es otra cosa la que pasa por la cabeza”.


La juventud de Milagros Varela la coloca en situación de paridad con sus alumnos y alumnas. “Tengo alumnos que eran mis compañeros, y todavía sigo teniendo. Es más, en todos lados soy Mili, y me gusta ese trato porque no son colegas hoy pero lo van a ser mañana”, relata con orgullo.

 

 

facefio
twfio
youtubefio
instagramfio