En la Université de Lille confirmó que su formación en la Facultad de Ingeniería de UNICEN era muy sólida. Volvió a Olavarría, se recibió y regresó a Santa Rosa. Trabaja en el Instituto Provincial de la Vivienda y tiene una consultora con un socio también egresado de acá pero que descubrió allá. Es docente, toca en una banda, ama el voluntariado y asume las “habilidades blandas” como bandera.

Tomó distancia, se midió y comprobó que el mayor desafío pasaba por familiarizarse con el segundo idioma más hablado de aquel viejo primer mundo. “En la Université de Lille me di cuenta de que los argentinos estamos muy bien preparados y formados”, afirma Walter Vargas mientras comparte algunas instantáneas de su paso como becario en una de las escuelas de ingenieros más prestigiosas de Francia. Eso fue antes de graduarse como ingeniero civil en la Facultad de Ingeniería de Olavarría y de hacer la Diplomatura en Energías Renovables y Tecnologías para el Desarrollo Sostenible. Con el título pensaba volver pero la pandemia le hizo repensar que estar cerca de los afectos era la mejor receta para la vida profesional y la de todos los días.

Habla desde Santa Rosa, La Pampa, hoy su lugar en el mundo. Trabaja en el Departamento de Planificación y Urbanismo del Instituto Provincial Autárquico de Vivienda y tiene una consultora de cálculos estructurales con un socio también egresado de la FIO.

Tenía el pasaje comprado con destino a París pero “empecé a hacer vida acá. Encontré trabajo rápidamente. No está la carrera y hay pocos profesionales en ingeniería civil, fue muy fácil insertarme”, asegura, feliz de volver a sus pagos.

En la gestión pública interviene en “el desarrollo de proyectos de infraestructura. Me encanta porque además tiene un costado social muy bueno” y por la tarde está en RV Ingenieros Civiles, la empresa que gestó con su socio Germán Rosso donde “hacemos cálculo estructural y soluciones de ingeniería para empresas y particulares. Trabajamos en un coworking donde hay empresas consolidadas y otras en desarrollo”.

Walter Vargas y Germán Rosso, ambos graduados de la FIO, tienen una consultora en expansión en La Pampa.

Son del mismo lugar, estudiaron a 400 kilómetros de ahí, en la misma facultad, pero la vida recién los cruzó en el Instituto de la Vivienda pampeano y al poco tiempo emprendieron este camino juntos.

Una formación distintiva
 

Walter no para de proyectar, lo hace en forma cotidiana con el objetivo de crecer, captar nuevos clientes y llegar a otras ciudades. Pero también haciendo docencia. Inicialmente fue ayudante en la Facultad de Ingeniería de Olavarría y hoy enseña matemática en la Universidad Nacional de La Pampa.

“La FIO ha sido fundamental. Me dio una formación sólida que me permite desarrollarme en lo profesional con seguridad y siempre me habilitó a proponer ideas, a plantear otros procedimientos que pueden funcionar o no, pero para eso me entrenó la Universidad”, destaca el joven que lleva a “la facu” en su corazón.

Con el título en la mano, se había planteado regresar a la tierra de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Se veía ejerciendo como ingeniero pero también dispuesto a “trabajar en voluntariado porque siempre me interesaron las habilidades blandas, el liderazgo, la motivación, el trabajo en equipo”. Su experiencia en Rotary fue la primera antesala. Los aportes en la Association Riad Sous, de Marruecos, su segundo intento.

La beca que le permitió cruzar el océano fue a través del Programa Argentina Francia Ingenierías Tecnología (ARFITEC) impulsada por ambos países para crear y consolidar vínculos de cooperación entre las instituciones de enseñanza superior argentinas y francesas responsables de la formación ingenieril de ambos países.

El Ing. Vargas junto al equipo de trabajo del Instituto Provincial de Vivienda pampeano.

Pero la pandemia hizo lo suyo y generó el “recalculando”. “Viajar, conocer otros países, aprender otro idioma me abrió la cabeza y fue un plus en el desarrollo profesional. Fue excelente, la aproveché al máximo. Me encantó cursar en una universidad francesa. Estuve un cuatrimestre y me sentí muy cómodo. Los argentinos estamos bien preparados y formados”, remarca Walter Vargas, poniendo en valor lo aprendido en la FIO.

“No nos costaba entender las materias de allá. Lo más difícil fue el idioma porque en lo conceptual anduve muy bien. Tenemos más entrenamiento para comprender cosas, acá reforzamos mucho los fundamentos teóricos. Allá van más a lo práctico”, explica tras vivir unos meses a orillas del río Deûle, entre París, Londres y Bruselas.

“No me iría del país”

Volvió con esa valiosa mochila, terminó la carrera en la FIO, se especializó en energías renovables y durante el coronavirus decidió reubicarse al lado de su familia, numerosa y muy querida. Sus padres y seis hermanos en La Pampa fueron el imán elegido. “Estar juntos y cerca hace muy bien; contribuye al desarrollo personal y profesional. Tener afectos cerca da más impulso y la base sobre la que uno pisa es más sólida”, analiza el graduado de la FIO.

Se autodefine como positivo y siente que la opción es una: seguir adelante. Un valor innegociable es “ser genuino con lo que se dice. Valoro cuando el intercambio es sincero. Trato de ser empático, entender lo que le pasa al otro pero no solo escuchar sino actuar, mover a la acción, ejecutar acciones”, enfatiza.

Pero dice y hace, como ocurrió en Marruecos, donde enseñó francés a niñas y niños de 8 a 13 años. “Ellos hablan árabe pero su segunda lengua es el francés. Tenían una escuelita donde aprendían idiomas y ahí daba clases”, recuerda con cierta nostalgia.

Ahora su expectativa es “seguir creciendo profesionalmente en la consultora y ser líderes en cálculo estructural. Me gusta La Pampa, la gente, la cultura. El día a día es muy tranquilo”, describe con entusiasmo.

Toca el piano y canta en su propia banda, “Medanal”, donde hace dúo con un amigo al ritmo del “rock/pop con airecito pampeano”, cuenta y da la primicia: “estamos grabando las tres primeras canciones que pronto van a estar disponibles en todas las plataformas”.

Oslo, capital de Noruega, fue uno de los destinos que conoció Walter Vargas durante su estadía en Francia.

A Walter Vargas le gustaría que sus conocimientos de ingeniería ayudaran más y no tuvieran fronteras. “Queda pendiente irme afuera y sumarme a una organización en Marruecos o algún país de ese continente para trabajar por el acceso al agua en un voluntariado. Pero podría colaborar a distancia o viajar por un tiempo corto”, plantea Walter, como si pensara en voz alta. Es que “no me iría del país. Acá hay mucho por hacer y aportar” asume este ingeniero que apuesta por la Argentina y sigue abrazando a la FIO con orgullo y un gran sentido de pertenencia.