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La Ingeniera Industrial Emilia Popp reflexiona sobre vocaciones y oportunidades

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•23 de junio de 2023
•Tiempo de lectura: 5´

 

En esta fecha internacional, que se estableció a partir del año 2014, el objetivo es visibilizar el desempeño de mujeres en esta profesión y promover matrículas cada vez más altas en las carreras científico-tecnológicas.

 

Graduada de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, la Ingeniera Industrial Emilia Popp reconoce que en los últimos años se han generado cambios favorables, que aún falta recorrer ciertos caminos y resalta la importancia de los modelos a seguir para reforzar vocaciones en la ingeniería y la matemática.


“Me considero defensora del rol de la mujer en la ingeniería y en otras carreras tecnológicas, orientadas al mundo empresarial”, sostiene la profesional, que actualmente se desempeña en el área de sistemas de gestión de una empresa cementera.


El camino, sin embargo, no estuvo libre de dificultades: desde presentarse a entrevistas de trabajo que solo requerían ingenieros de forma excluyente hasta ver a compañeras que debieron dedicarse a otros rubros, Emilia destaca que hay paradigmas que se están rompiendo. “Creer que la mujer no está capacitada para ciertos trabajos afectó no solo a la ingeniería, sino a otras carreras que hasta hace algunas generaciones atrás se las asociaba a hombres”, señala.

 

“Cuando yo elegí la carrera, en mi entorno me preguntaban si estaba segura, me decían que era un ambiente rústico, que iba a estar lleno de hombres, pero yo tenía un interés y una vocación, entonces ¿por qué no pensarse con la oportunidad? Me siento parte de la generación que está rompiendo con eso, en transición”, expresa quien también es presidenta del Centro de Graduados/as de la FIO, unidad académica con una matrícula femenina por encima de la media nacional (36% de mujeres frente al 25% promedio que se recopila a nivel federal).

 


Inclusión y crecimiento

 

 

La ingeniera cuenta que no fue fácil insertarse en el mercado laboral y defiende con firmeza la necesidad de generar oportunidades. “Esto no es exclusivamente responsabilidad de las empresas y las universidades, sino que también tenemos que poder imaginarnos en los lugares de trabajo o pensarnos ejerciendo de manera independiente, teniendo éxito. Para ello son fundamentales los modelos de inspiración”, destaca respecto a la importancia de despertar vocaciones.

 

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“Culturalmente algunas empresas aún no se acostumbran al trabajo femenino y en rubros que históricamente han trabajado hombres, incluir a las mujeres también es un camino de adaptación”, reflexiona la ingeniera. “Creo que la mujer tiene capacidades innatas y que también, al igual que el hombre, se puede formar, desarrollar a través de la experiencia y la formación, por eso es importante mejorar la conexión entre lo académico y lo laboral, así también sirve de motivación para el mundo del trabajo. A algunas empresas les está llevando más tiempo que a otras”, agrega.


Sobre su propia experiencia, Emilia recuerda que pasó por trabajos donde tuvo que “demostrar que podía, y tuve la posibilidad de hacerlo. Hoy estoy muy contenta con mi trabajo y las experiencias que atravesé porque me ayudaron a crecer un montón. Y mis compañeras también lo han demostrado: que podemos”, expresa, y asegura: “Por eso creo que es fundamental la oportunidad. Se trata de oportunidades para todo el conjunto, no solo para la mujer individualmente: cuando fomentás la posibilidad de diversidad dejás de centrarte en una parte de la población e incluís gente que tal vez está igual o mejor capacitada y no estabas contemplando. Creo que es recíproco: para la parte empleadora que contrata a una mujer; y para la mujer, ni hablar”.

 


Un recorrido particular

 

 

Si bien hoy está conforme con su trabajo y agradece las experiencias que contribuyeron a su crecimiento profesional, Emilia Popp reconoce que el camino no fue fácil: “A mí siempre me gustó la Ingeniería en Sistemas, pero realmente me acobardé cuando fui a dar el ingreso y era la única mujer. Ahí pensé que tal vez no era para mí, aunque de chica me gustaba la programación y la informática”, cuenta Emilia.


Cuando se encontró con las incumbencias de la Ingeniería Industrial, se sintió atraída por la amplia salida laboral de la carrera que se dicta en la Facultad de Ingeniería de la UNICEN. “Lo que más me atrapó es que aparte de la formación específica podía especializarme en algo más que me gustara”, dice, y aunque nunca se le cruzó por la cabeza que no iba a poder concluirla, no faltaron las preguntas del entorno respecto a trabajar en un ámbito de hombres.

 

“De entrada me lo planteé, dije yo voy a poder, me voy a generar el espacio. Así me abrí el lugar en una carrera donde eran más varones que mujeres. Al día de hoy me pregunto qué no puede hacer la mujer que puede el hombre. Hay mujeres inteligentes y muy capaces, por eso me apena muchísimo que sea una carrera donde se dificulte verlo”, lamenta.

 

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Un día, hace años, la llamaron de una consultora porque había aplicado a un trabajo, a pesar de que el aviso pedía un ingeniero varón de forma excluyente. “Yo siempre que veía ese requisito mandaba igual hasta que me llamaron. Querían saber por qué mandé el currículum y tuve la oportunidad de decirles que a mí también me había llamado la atención su pedido, porque yo me sentía capacitada para hacer todas las tareas que el puesto demandaba. Quería saber por qué una mujer no podría”, les preguntó recién egresada de la FIO. “Me hablaban de licencias por maternidad y yo, recién recibida, no pensaba formar una familia en ese momento”, recuerda.

 

“Finalmente me dijeron que no podían avanzar porque la empresa pedía un varón. En ese momento sentí que me estaban tomando el pelo, pero tal vez para ellos fue un aprendizaje también, porque me terminaron dando la razón”, resalta. “Lamentablemente vivimos en una sociedad donde nosotras tenemos que hacernos el lugar, luchar un poquito más”, dice. Emilia sostiene que como ingeniera una no se encuentra con un mercado laboral sencillo: “hay personas que con título cambiaron de rubro. Lamento mucho que gente muy capacitada terminó dedicándose a otra cosa, porque significa que no estuvieron abiertas las oportunidades de manera equitativa”.

 

Una problemática que está cambiando

 


Cuando piensa en su recorrido, la profesional resalta de a poco las cosas van cambiando, como el hecho que se rediscutan las licencias de paternidad. Incluso es algo impensado que la mujer se quede en la casa cuidando de tres o cuatro hijos, como antes. “Quien desea una familia tiene un hijo, dos o ninguno porque desea desarrollarse en otros ámbitos, entonces hay que escuchar también esas experiencias y ver si la persona cumple con lo que la empresa necesita, más allá de su género”, destaca.


En términos personales, Emilia es mamá de una niña de cinco años “que sabe que tiene una mamá ingeniera. Por suerte eso también se va naturalizando y depende de nosotras. Ella ve que mamá se va a trabajar a la fábrica. Cuando me pregunta le digo que hago cálculos, y también va naturalizando que tengo amigas ingenieras y amigos ingenieros”, cuenta orgullosa. “Cuando nosotras éramos chicas, no había tantos modelos a seguir. Hoy sí, y hay que darlos a conocer: mostrar los casos de éxito, la diferencia que la mujer puede aportar, desde lo operativo hasta dirigencia, hay mujeres que se forman para ello y hay que poder exhibirlos”, concluye Emilia Popp.

 

 

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