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Proyectan redes de fibra óptica en pueblos alemanes

 

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• 9 de agosto de 2023
•Tiempo de lectura: 4'30"
 

Constanza Riera y Julio Llorente García trabajan en Insyte Deutschland, compañía de telecomunicaciones. Se conocieron mientras estudiaban ingeniería civil en la FIO. Llevan ocho años juntos y acaban de casarse. Destacan el prestigio de la Facultad, cuyo título es reconocido en el país europeo (sin homologar). Qué valoran y qué les duele, a un océano de distancia.

 

 

“Es un lugar hermoso, rodeado de montañas y muchísimo verde. Parece un fondo de pantalla de Windows”, dice Constanza Riera, cuando describe Freiburg Im Breisgau, la ciudad más sustentable de Alemania que desde noviembre se ha transformado en su hogar. Julio Llorente García coincide: “es el punto de entrada a la Selva Negra, muy pintoresco”. Ambos son ingenieros civiles que se graduaron en la Facultad de Ingeniería de Olavarría y hoy son parte de una empresa de telecomunicaciones donde hacen tendido de fibra óptica en pequeños pueblitos.

 

Son olavarrienses, se conocieron en la FIO y desde hace ocho años comparten la vida más allá de las aulas. De repente sintieron que Argentina no era el mejor destino, algo que aún hoy les duele. Primero estuvieron en España, donde Julio hizo un master en la Universidad de Santiago de Compostela, y luego migraron a ese país que él conoció en la adolescencia en un intercambio de Rotary.

 

Desde entonces, “empecé a ver el mundo y siempre tuve idea de recorrer otros países y culturas. Vine hace dos años” a hacer una especialización en gestión de proyectos mediante “una beca Xunta de Galicia ya que mis abuelos son oriundos de ahí”, cuenta el Ing. Llorente García.

 

Constanza acompañó la decisión y la estadía. Planeaban quedarse ahí cuando una oferta laboral en 2022 cambió rumbos y geografías.

 

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Julio Llorente junto a otros ingenierios en una de las obras que llevan adelante en el sur de Alemania. (Foto: Reinhard) 

  

“Trabajamos en Insyte Deutschland, una empresa de telecomunicaciones. Yo en la oficina técnica de la obra y Julio como jefe de obra. Es un mundo nuevo la fibra óptica, no estábamos familiarizados, muy interesante”, comenta la Ing. Riera. En su caso, todo es nuevo y no le quedó más remedio que apurar sus clases de alemán a diferencia de Julio que va por el bis.

 


Título reconocido

 

“Hoy mi principal objetivo es seguir aprendiendo del rubro de la fibra, desarrollarme, tener una cartera de proyectos más amplia. No estamos muy seguros si nos queremos quedarnos en Alemania pero es lo que tenemos y estamos haciendo; y nos gusta”, admite el Ing. Llorente García.


Un recorrido académico, profesional y de vida muy intenso en el que la Facultad de Ingeniería cumplió un rol sustantivo. “Nos brindó todas las herramientas y conocimientos que hoy ponemos en práctica en nuestro trabajo. Nos formó en aspectos tanto profesionales como personales”, señala Constanza.

 

“Tuve una experiencia hermosa en la Facultad. Me abrió las puertas al mundo de la ingeniería. Estoy muy feliz de haber estudiado ahí”, agrega Julio que antes de proyectarse hacia Europa probó suerte en Olavarría pero “la situación del país me hizo relegar hasta que se dio esta oportunidad”.

 

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A pesar de estar a un océano de la FIO mantienen intacto ese sentido de pertenencia que validan en cada paso. Por ejemplo, cuando Constanza tramitó su visa de trabajo “descubrí que no es necesario homologar nuestro título porque nuestra Universidad y la carrera son reconocidas por Alemania. Es una ventaja porque en muchos países de la Unión Europea demora mucho tiempo y es muy difícil el trámite de homologación”.

 


A 40 minutos de otro país


Domesticarse con el idioma sigue siendo prioridad en su agenda, al igual que “desarrollarme profesionalmente. Quienes emigran saben que es un proceso muy duro y aprendí que no tengo que planificar tanto a largo plazo. Me otorgaron mi permiso de residencia temporal por tres años en Alemania”, sostiene Constanza, y en función de este presente se van amoldando.

 

“Casarnos no estaba en planes actuales pero fue una decisión que surgió a partir de que era solución para quedarnos viviendo juntos. Igual hace ocho años que estamos juntos y no costó. Estamos muy contentos”, aclara Julio, sonriente. Su sueño es lograr una empresa propia, aquella que se esfumó cuando hizo el intento en Olavarría. “Quiero trabajar para mí, no para otros”, sintetiza.

 

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Ubicados en el sur de Alemania, viven en “la ciudad más sustentable de toda Alemania y gracias a Dios es la que tiene el clima más cálido aunque igual hace mucho frío en invierno”, reconoce Constanza, entre risas.
Están a un paso de Francia y de Suiza o, dicho de otro modo, a 40 minutos de traspasar la frontera alemana. “Es un lugar muy verde, muy húmedo y lluvioso. Rodeado de bosques súper tupidos que no dejan pasar la luz, muy lindo para hacer senderismo. Son caminos prácticamente de montaña”. En esas latitudes, estos ingenieros olavarrienses formados en la FIO tienden redes y van “conectando con fibra pueblos de la Selva Negra que son muy pintorescos y eso suma mucho”, expresa Julio, validando a diario su decisión de irse.


Por fuera de todo estereotipo, ambos aseguran que allí la gente lejos de ser distante y fría resulta amable. “Obviamente no son latinos pero hay bastante buena onda. Si pedís ayuda, tratan de ayudarte. Se está bien”, reafirma el ingeniero.

 

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¿Si extrañan? Mucho. Tienen la mitad de su vida acá, repartida entre familia y afectos. “Por suerte acá hicimos algunos amigos que están igual que nosotros. Argentinos hay en todos lados”, dice Constanza y lo agradece.

 


Razones de peso

 
“Extraño a mi familia y mis amigos pero no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Nos gustaría volver pero tendría que cambiar la situación”, analiza Julio. En la balanza claramente juega a favor “la forma de vida, segura y estable” de Alemania aunque estar lejos no le sea indiferente.

 

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“La FIO ha sido muy importante” en ese camino de formación y despegue. Lo repiten ambos. De nuestro país rescatan “un millón de cosas buenas, principalmente los afectos y la comida” pero el contrapeso de la “situación de inseguridad y económica que se desploma resta mucho y son las principales razones por las cuales no estamos viviendo allá”, concluye Julio, que sigue mirando hacia este rincón del planeta con ganas de que todo mejore y puedan pisar Ezeiza con las valijas cargadas de sueños por cumplir desde acá.

 

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