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Buscan promover vocaciones científico-tecnológicas

 

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• 20 de septiembre de 2023

• Tiempo de lectura: 5'

 

Primero visitaron el Laboratorio "de verdad” y luego desembarcaron en el SUM de la Facultad para transformarlo en una enorme usina de experimentos. Van al Jardín 913 y en el marco del Proyecto Difusión de la Ciencia de la Facultad hicieron mezclas, probaron, preguntaron y confirmaron que la química puede estar al alcance de sus manos.

 


“A los 5 años es mucho más fácil jugar y aprender cuestiones científicas. Los chicos tienen preguntas desafiantes”, asegura el investigador israelí Dan Shechtman, tras llegar al Nobel de Química luego de que muchos descreyeran de sus descubrimientos científicos. La Facultad de Ingeniería de Olavarría lo sabe y apuesta, desde hace años, a ese despertar de las vocaciones en medio de hamacas y areneros. Como ocurrió este lunes, con alrededor de 80 niños y niñas del Jardín 913 que desembarcaron en el SUM de la FIO y poco a poco lo transformaron en una enorme usina de experimentación.

La iniciativa es parte del Departamento de Formación Docente y se enmarca en el Proyecto Difusión de la Ciencia en la Escuela que dirige la ingeniera Ana Fuhr. Su objetivo es promover vocaciones científico-tecnológicas en aulas de inicial, primaria y secundaria. ¿Los resultados? Siempre alentadores y satisfactorios.

En esta oportunidad, el eje convocante fueron las “Mezclas” bajo la guía de la estudiante Antonella Capittini y las docentes Verónica Capdevila y Belén Fernández, de Ingeniería Química y de la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos.

La “receta” fue sencilla pero muy atractiva: la FIO invitó a los/as pequeños/as a seguir su instinto y comprobar qué sucedía. “Buscamos estimular la curiosidad, el interés por la ciencia desde una edad temprana, fomentando las vocaciones científicas”, observó la Ing. Fernández, que siguió muy de cerca los encuentros tanto de la mañana como de la tarde.

 

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“Se les plantean problemas y de esa manera se fomentan las habilidades de resolución de los mismos. Los niños de esa edad son experimentadores. Esto lo vemos en cada experiencia que ofrecemos”, destacó con entusiasmo la docente de la FIO.

 


Más de 20 años

 

Acercar la física y la química es un desafío que se desarrolla sostenidamente desde 1997, año en que la Facultad de Ingeniería decidió impulsar actividades de educación no formal fuera del ámbito escolar y aunque no siempre respondieran a las dinámicas de la educación convencional.

Hay un Plan A que es difundir la ciencia y la tecnología entre estudiantes de inicial, primario y secundario. Pero ese objetivo se convierte en otro más ambicioso ya que es una herramienta clave para docentes de Ciencias Naturales que demandan propuestas experimentales novedosas que ayuden a optimizar su formación en la física y la química.

Asimismo, cada taller cuenta con la colaboración de estudiantes o graduados/as de las carreras del Departamento de Formación Docente con experiencia en educación no formal.

 

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En el taller de “Mezclas y Soluciones” del lunes ensayaron distintas combinaciones a partir de las sustancias y los materiales propuestos por las docentes de la FIO. Se organizaron por grupos, diez en total, que trabajaron durante la mañana y la tarde en el Salón de Usos Múltiples (SUM) que terminó convertido en un enorme “laboratorio”.

Allí cada pequeño/a “jugó” con diferentes “ingredientes”, probó mezclas y luego procedió a la separación. Una experiencia que retomarán en el Jardín donde seguirán con diferentes experimentos en sus salitas.

“Les pedimos que por grupo realizaran dos mezclas: una heterogénea y otra homogénea, con sustancias que solemos tener en casa como alcohol, vinagre, agua, corcho, piedras, clavos, limaduras de hierro, sal, aceite, cacao, café, azúcar, tinta, arroz, arena y jugo en polvo”, detalló Antonella Capittini.

¿Qué buscaban? “Que nos contaran qué veían, si se podían ver las dos sustancias que habían agregado a cada una, y así les contamos que los químicos les decimos mezclas heterogéneas a aquellas en las que podemos distinguir las sustancias que las componen y mezclas homogéneas a aquellas en las que no podemos distinguirlas. Luego, probaron separar las mezclas heterogéneas con distintos materiales que traían de casa, y que desde acá les proveímos, como coladores, filtros de café, medias de nylon o imanes”, precisó la estudiante.

 

Mezclas que atraen

 Al finalizar la actividad invitaron a todos los grupos a pasar al Laboratorio de Química del Departamento de Ciencias Básicas para mostrarles los elementos de seguridad que se utilizan y cómo está conformado ese espacio de experimentación.

 

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Las probetas, el termómetro, las ampollas de decantación y el matraz de Erlenmeyer (ese recipiente cónico con boquilla cilíndrica que es típico en Laboratorios de Química) resultaron atrapantes para quienes, en puntas de pie, iban recorriendo con la mirada las inmensas mesadas del Laboratorio “de verdad”.

“Eso les generó muchísima curiosidad por todos los elementos raros que hay acá y que no están acostumbrados a ver. Después los dividimos en diez grupos y les dimos materiales como aceite, agua, sal para hacer mezclas homogéneas y heterogéneas”, comentó la docente.

Frente a sus ojos pusieron arena, limaduras de hierro, azúcar, agua, aceite, jugo y arroz. Esos “ingredientes” debían separarse o no a fuerza de coladores, embudos, goteros, filtros de papel o medias de nylon.

“Vieron que podían separar mezclas heterogéneas como arroz y agua, o piedra y agua con colador; el aceite del agua utilizando gotero, y la arena del agua con filtros, o imanes para separar arena de limaduras de hierro”, graficó la Ing. Fernández.

“Cuando les decimos que hagan mezclas, ellos van más allá y realizan experimentos propuestos por ellos mismos. Las actividades que proponemos se encuentran enmarcadas en los contenidos que están viendo los chicos en el Jardín”, explica Belén Fernández, dando cuenta de toda la planificación que hay detrás.

“Experimentaron en la Facultad pero siguen trabajando en la sala porque no es una actividad aislada y esto nos permite fortalecer lazos entre la Universidad y la comunidad”, destacó la docente e investigadora.

 

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"Estuvieron muy participativos y participativas a la hora de mezclar todo, de hacer ´experimentos´ y nos preguntaban. La jornada fue muy entretenida y gratificante”, valoró Antonella Capittini.

 

Múltiples aprendizajes

 

Como cierre de la jornada, hubo una merienda compartida al sol, en medo del verde que tanto caracteriza al complejo universitario.

“Nos encanta recibir este tipo de visitas. Nos parece fundamental para motivar a las infancias en asignaturas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), para comprender que la ciencia está en todos lados, en cosas que nos parecen lejanas, pero sobre todo en las cosas cotidianas, que hacemos química todos los días (en este caso)”, remarcó la estudiante.

Este intercambio de experiencias y saberes se replica entre escuelas primarias y secundarias con matices ya que, según las edades y saberes, acceden a reacciones químicas, mezclas y soluciones o etiquetado frontal. Así se asoman a la Facultad que, quizá algún día, se convertirá en “su” Facultad.

 

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Un acercamiento de diferentes instituciones educativas, de distintos niveles, que permite mostrar las carreras que se dictan en la FIO y socializar el trabajo que se hace. Con otro valor agregado, tal como lo marcó Antonella Capittini: “Al ver a varias mujeres trabajando en ciencia e ingeniería, sirve de motivación a las niñas para que se animen a formar parte de carreras STEM en un futuro”.

 

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