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Silvia Fariña, responsable del Taller de Teatro FIO

 

 Taller Teatro 3

• 29 de noviembre de 2023
• Tiempo de lectura: 5´
 

La Facultad de Ingeniería de Olavarría descorre el telón una vez por semana desde hace casi veinte años. ¿El objetivo? Demostrar que la ciencia y el arte sí pueden ir de la mano, dialogar, salir a escena y retroalimentarse. Por eso, el Día Nacional del Teatro, también es día de festejo dentro del complejo universitario.

 

 

La izquierda y la derecha se unen, dialogan, son parte del mismo escenario y hacen posible que la ciencia y el arte formen parte del mismo juego. “Qué maravilla”, reflexiona Silvia Fariña con ganas que suman y que invitan a descorrer el telón. Es profesora de francés y de arte dramático, intérprete y mimo; y cada semana se abre paso con el Taller de Teatro en la Facultad de Ingeniería de Olavarría.
“Desde otros tiempos existe una idea de que no hay diálogo entre quienes están en el mundo de las ciencias duras, regido por la razón, y todo lo que tiene que ver con lo artístico”, plantea la artista, con tono disruptivo, decidida a demostrar que no es así.


Y nada mejor que este 30 de noviembre, fecha en que se celebra el Día Nacional del Teatro para recordar que en 1733 se inauguró el Teatro de la Ranchería, el primer espacio donde se representaron piezas dramáticas en la Buenos Aires colonial.


A 290 años de ese hito cultural y a 4 horas de la capital, en medio de laboratorios, talleres, investigaciones y fórmulas es posible tender puentes y salir a escena activando los cinco sentidos.

 

 

Unidos por izquierda y derecha

 

La iniciativa de hacer teatro en medio de la geografía ingenieril nació hace “cerca de 20 años y no tuvo paréntesis”. Este tipo de ensamble donde es imposible escindir la razón de lo emocional, apunta a los estudiantes y docentes aunque está abierto a toda la comunidad.

 


“El cerebro tiene dos hemisferios que deben convivir, el izquierdo y el derecho. Cuando el hemisferio izquierdo está trabajando con números, símbolos, la lógica, la lectura, la escritura, el razonamiento y el aprendizaje; el hemisferio derecho aporta lo que tiene que ver con la creatividad, la imaginación, las emociones, los sentimientos, la intuición. No podemos hacer una subdivisión”, explica con determinación la profesora Silvia Fariña.


¿Arte o ciencia? No es el eje en debate. “El hemisferio derecho se ocupa de lo no verbal, de lo intuitivo y el izquierdo se ocupa de la parte lógica pero ambos conviven, tenemos ambas funciones en nuestro ser. El Izquierdo es abstracto, temporal, secuencial mientras que el derecho es analógico, atemporal, con emociones, sentimientos, con la creatividad, lo holístico y fantasioso, y esto es sumamente importante”, analiza la docente y artista.


Si solo se activara el lado izquierdo “seríamos un disco rígido que archiva datos y en vínculo con el mundo de la informática, la digitalización y la inteligencia artificial” pero todo indica que “necesitamos la parte integral del ser humano para aportar creatividad, hacer enlaces, entretejidos que hemos almacenado en el hemisferio derecho y darle formas creativas, de imaginación”, dice Silvia Fariña.

 

En la misma línea, observa que “la imaginación es un conjunto de imágenes archivadas y la creatividad es la nueva organización, el nuevo orden de estas imágenes. Tenemos imágenes visuales, sonoras, táctiles, la creatividad reordena a la manera de los sueños. Es imperiosa esa creatividad”, enfatiza la coordinadora del Taller de Teatro de la FIO, luego de pisar escenarios latinoamericanos y europeos.


Las expresiones artísticas están en sintonía con el conocimiento de los hemisferios dado que desarrollan las habilidades perceptivas a partir de lo que observan, escuchan, palpan, bailan y expresan mediante la plástica, la música, la danza y el teatro.


“Fundamento la coexistencia de ambos hemisferios. En la actividad en la FIO hubo un ciclo que se llamó Hemisferio Derecho y hay universidades que tienen en su Plan de estudios materias vinculadas con el trabajo más artístico. ¿Por qué no poner en nuestra formación local de la UNICEN este otro tipo de lenguaje?”, sostiene Silvia Fariña dispuesta a derribar prejuicios y estereotipos.


“Se trabaja en el espacio, cómo nos manejamos ante un auditorio que nos escucha, ante trabajadores, ante un público, ante alumnos que nos escuchan… Necesitamos la conjugación de los dos hemisferios”, insiste la artista.


El teatro como lenguaje transversal, como puente y como espacio colectivo. Así se asume cada cita. “Surgió la necesidad de tomar algún formato particular como el caso de los talleres o el ciclo que hicimos Hemisferio Derecho, con ciclos de obras o mediante intervenciones en el hall de la FIO para ver cómo se trabaja de manera integral en el ser humano”, ejemplifica la profesora Fariña.

 

 

La IA, actuación clave

 

Ciencia versus arte es una falsa dicotomía y es necesario trabajar para vencer esos mandatos culturales. “Las ciencias exactas necesitan imperiosamente un matrimonio con el lenguaje de lo artístico, de los sentimientos, de las emociones, la creatividad y viceversa. Nosotros, los que nos dedicamos al arte, necesitamos aplicar todos estos conceptos sacándolos de nuestra base de datos, del disco rígido, para vincular con la tecnología y ver qué nos aporta el otro hemisferio”, razona la docente.


La Inteligencia Artificial también tiene una actuación clave ya que está cambiando la forma de ver y de hacer tanto arte como ciencia. Pero, aun así, “el trabajo con la informática lo hacen seres humanos que diseñan los sistemas y como tales se necesita de la integración. Sin creatividad no existiría la Inteligencia Artificial y sin los conocimientos que aportan las ciencias exactas tampoco existiría”, argumenta la artista.

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Salir a escena

 
La ciencia y el arte son parte de una “conjugación” y eso es lo que “fundamenta la existencia de nuestros talleres en un ámbito como la FIO que son abiertos a la comunidad pero trabajamos con alumnos de Ingeniería. Algunos entienden más en profundidad y otros aparecen porque tienen acalladas algunas operaciones, funciones, herramientas” que aporta el teatro.


A través de la actividad artística se activan formas de “ver mirar, gestualidades, además del trabajo con el cuerpo que las ciencias exactas no desarrollan. Es una alimentación recíproca, en eso estamos. Muchos alumnos aparecen diciendo ´me cuesta expresarme, ´me cuesta comunicar´, ´soy tímido´, ´vengo a trabajar en estos talleres a ver si encuentro herramientas para socializar no únicamente desde el conocimiento académico de la carrera´”.


Lo cierto es que la ciencia y el arte sí están conectados y ninguna forma de conocimiento es impermeable o indiferente a otra. “Ese es el eje de los talleres y de otras actividades que desarrollamos. Ahora tenemos un Ciclo de Monólogos que vamos a cerrar en el Centro Cultural Universitario el miércoles 29 de noviembre”, cuenta con entusiasmo Silvia Fariña, dispuesta a recargar energías y el año próximo “reiniciamos para volver a ser matrimonio entre las ciencias exactas y el teatro”.

 
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